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Written by 5:32 PM OPINIÓN

La digitalización de la economía es una oportunidad para Latinoamérica

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El diario La Vanguardia, de Barcelona, señala un estudio del Observatori de la Indústria, fruto del trabajo de la Generalitat catalana para cuantificar los efectos de la digitalización de la industria: la conclusión es que en el largo plazo –tomando como referencia el año 2030- se generará más trabajo gracias a la incorporación de tecnología que lo que se puede esperar del actual sistema. 
Entre las conclusiones se advierte que lo que corre riesgo, en caso de no incorporarse las nuevas tecnologías, es no sólo la fuente de trabajo, sino la propia empresa que no se adapte a los requerimientos de la industria 4.0 (big data, robots autónomos, 3D, internet de las cosas industrial, ciberseguridad, cloud, realidad aumentada, etc).
Estos estudios coinciden con el trabajo que se ha realizado en todo el mundo, con metodología similar (basada en un estudio intensivo de las profesiones más amenazadas por las tecnologías disruptivas y aquellas que probablemente sobrevivan al tsunami tecnológico de los próximos años).
Entre las conclusiones se advierte que lo que corre riesgo, en caso de no incorporarse las nuevas tecnologías, es no sólo la fuente de trabajo, sino la propia empresa que no se adapte a los requerimientos de la industria 4.0 (big data, robots autónomos, 3D, internet de las cosas industrial, ciberseguridad, cloud, realidad aumentada, etc).
La pregunta ante el dilema de la innovación actual es siempre la misma: ¿qué hacer para minimizar los males y cómo prepararse para los cambios? La palabra “desdramatizar” aparece como una primera opción: no se puede medir los efectos perjudiciales de un cambio exponencial si no se espera hasta el final del proceso, en el que llegarán los efectos positivos del cambio. En segundo lugar viene, como bien sabemos, la palabra “capacitación”. Aquí es donde se requiere una revolución educativa con impacto equivalente al que habrá de producirse en el área laboral.
Latinoamérica tiene una gran oportunidad para recuperarse del retroceso que sufre respecto de otras economías si consigue abrazar las nuevas tecnologías y avanzar hacia la Cuarta Revolución Industrial sin gastar pólvora en chimangos: tal vez sea mejor resignarse a haber perdido el tren de las revoluciones anteriores, pero si prestamos atención a lo que viene, allí estamos en igualdad de condiciones de plegarnos a ese futuro tan mentado que aún está al alcance de todos: de los países desarrollados –como Japón e Israel-, que lo visualizan y planifican, y de los emergentes –como nosotros, o nuestros vecinos Chile y Brasil-, con amplios sectores de su población muy informados y tan ávidos de aventuras innovadoras como aquellos que hoy llevan la iniciativa.
No olvidemos que el factor principal para la incorporación y desarrollo de estos avances tecnológicos es fruto de la propia sinergia del proceso globalizador, para el que no hay alianzas mejores ni peores, porque no se excluyen los acuerdos multinacionales y ningún avance surge ya sin un estudio previo sobre el impacto a nivel local y global.
Sabemos que aceptar las reglas del juego mundiales no es suficiente, y hoy vivimos las consecuencias de tantos años de aislamiento, pero no deja de ser una gran oportunidad que estemos ya en condiciones de dar pasos en sincronía con las grandes economías en función de facilitar la incorporación de las tecnologías disruptivas. La ventaja, esta vez, es que no hay que ponerse a buscar dónde ocurren esos cambios clave que podrían benefiicarnos -o dejarnos rezagados- respecto de otras naciones: los cambios cubren todos los aspectos de la actividad humana, desde las humanidades hasta la inteligencia artificial, pasando por la biomedicina, la nanotecnología, el diseño industrial, el comercio, la industria o los servicios.
De más está decir que la realidad aumentada revolucionará el negocio de los viajes y el turismo, para ofrecernos nuevos lugares e inéditas metodologías para simplificar la búsqueda de alojamiento y transporte. Créase o no, hasta la industria de la pornografía ha anunciado cambios importantes en sus principales motores de búsqueda, para poner la Inteligencia Artificial al servicio de las fantasías eróticas de sus millones de consumidores. Ni hablar del universo de la ciberseguridad, que ya es, según las estadísticas, la principal preocupación de los bancos, para quienes es mayor la amenaza de los hackers que el riesgo de ser asaltados por un equipo de ladrones como los que protagonizan la célebre serie La Casa de Papel.
Sabemos que aceptar las reglas del juego mundiales no es suficiente, y hoy vivimos las consecuencias de tantos años de aislamiento, pero no deja de ser una gran oportunidad que estemos ya en condiciones de dar pasos en sincronía con las grandes economías en función de facilitar la incorporación de las tecnologías disruptivas.
De eso se trata: de dar los nuevos pasos –rumbo a la Cuarta Revolución Industrial- al mismo tiempo que los países que están a la vanguardia, quienes nos aventajaron irremediablemente gracias a los beneficios que produjo la revolución anterior. La oportunidad hoy vuelve a estar a nuestro alcance, pero no será por mucho tiempo.
Los argentinos sabemos lo que es llevar adelante una empresa de alto riesgo: sabemos que la máxima, en estos casos, es «o somos el cambio, o ese mismo cambio nos lleva puestos.»
¿Estamos listos para aceptar ese desafío de subir al tren 4.0, pero conscientes de que la oportunidad tiene los días contados?

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Fernando León es Abogado por la UBA, especialista en Asuntos Públicos en Latinoamérica, analista de política internacional y nuevas tecnologías. Becario del Programa International Visito Leadership Programme y Presidente de la Fundación Diplomacia Ciudadana.

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Fernando León
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Etiquetas: , , , , , Last modified: 29 noviembre, 2018
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