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Written by 9:43 AM OPINIÓN

Liderazgo en tiempos de pandemia

Liderazgo en tiempos de pandemia

La crisis por Covid-19 puso en guardia al sistema capitalista global pero, al mismo tiempo, fue el punto de partida para una reformulación de paradigmas que ese mismo orden global necesitaba. Así piensan, al menos, la mayoría de los líderes del planeta, tanto en el sector público como el privado. Todos coinciden en que la crisis sanitaria ha acelerado los cambios que el siglo XXI ya mostraba con cuentagotas. Un experto como Fernando Fragueiro, presidente del Parque Empresarial Austral y titular de la Cátedra de Liderazgo Empresarial del IAE Business School lo define de manera simple: “el futuro llegó antes de lo esperado”.

En efecto, los cambios que se esperaban para 2030 ya comienzan a desplegarse, forzados un poco por las circunstancias de la crisis, pero también como un modo de aprovechar el inesperado Gran Reset mundial para acompañar los cambios obligados por la nueva normalidad con cambios voluntarios que sin dudas será más fácil implementar en tiempos de transformaciones disruptivas como el actual.

No se trata, sin embargo, de la misma dinámica de cambios que ya eran evidentes a fines del año 2019. La pandemia ha sido una tragedia y al mismo tiempo un desastre financiero para gran parte del sistema económico a escala planetaria y, en consecuencia, ha cambiado muchas prioridades. O tal vez podríamos decir que nos llevó de regreso a las prioridades de otros tiempos. El factor humano, una vez más, nos obliga a redefinir el sentido mismo del paradigma económico de los últimos años.

No se trata, sin embargo, del evidente problema de los valores humanistas bajo la eterna amenaza de la automatización. Lo que el virus trae consigo es la pregunta existencial que en los primeros meses de la pandemia ilusionó tanto a los nostálgicos del socialismo vetusto del siglo pasado: ¿Es posible un capitalismo humano? ¿Estuvo el capitalismo a la altura de las circunstancias? ¿Puede salvarnos el capitalismo? La respuesta a estos interrogantes se transformó en una certeza cristalina para todos los gobiernos, tanto en Oriente como en Occidente: si bien es cierto que la peste le asestó un duro golpe a la economía global, el capitalismo –la sana interacción entre el interés público y el interés privado– pronto fue encontrando soluciones, y es hoy la única garantía de que la humanidad pueda regresar a algo que se parezca, mínimamente, a la vieja normalidad.

Sin dudas el cambio es irremediable, pero vamos a ser testigos, durante los próximos meses, de una proeza que sólo la ciencia, ligada a los grandes laboratorios multinacionales, podrá resolver. El enigma se resuelve, en suma, con un sí rotundo: sólo el capitalismo provee las soluciones para un mundo en acelerada mutación, que ha transformado a los líderes empresariales en verdaderos administradores del orden público, y en gestores de un nuevo orden que ha puesto en crisis el sistema de representatividad política que había estado vigente durante dos siglos.

Mientras esas formas de representación se vayan aggiornando para estar a la altura de un rumbo que no transita en cables telegráficos sino en fibra óptica, bajo la lógica comunicacional viral de las redes sociales y la descentralización glocal de los polos de desarrollo e innovación, la responsabilidad social estará en manos del liderazgo natural de los privados, y ese es el desafío que vemos en estos días. El nivel directivo empresarial está acompañando a los gobiernos en la tarea de apuntalar las prioridades de corto plazo (la sanitaria es apenas una de ellas) y está revalorizando el paradigma original de toda actividad económica: el bien común. No era noticia que el liberalismo, tras la crisis recesiva del 2008, ya atravesaba una crisis cuantitativa y cualitativa, pero la pandemia transparentó el problema de un modo indisimulable.

Los desafíos que enfrenta la comunidad global van de la mano con las cuatro dimensiones que Judy Samuelson propone tener muy en cuenta a la hora de preparar a las empresas para el actual proceso histórico, mencionados por Fragueiro en su reciente nota para La Nación: 1. Eliminar la amenaza del virus a escala global (dimensión humana), 2. Recuperar la economía (dimensión económica), 3. Adaptar los modelos de representatividad política a las actuales circunstancias sociales y geopolíticas del presente (dimensión institucional) y 4. Hacer frente a los efectos de la revolución tecnológica en el ecosistema terrestre (dimensión ambiental).

El virus ha sido una tragedia incalculable, pero nos ha dado un diagnóstico absolutamente sincero sobre nuestros límites y nuestras posibilidades. Ha acelerado los procesos que ya eran incipientes –digitalización, bancarización, virtualidad, ubicuidad, circulación ilimitada de metadatos, etc.- y ha precipitado también la obsolescencia de los modelos de negocios y de gestión del siglo pasado – presencialidad, centralización, jerarquización, etc.-.

Hoy ya no es posible un liderazgo sin una dinámica centrada en el desarrollo humano, pero tampoco es posible un ciudadano pasivo, al margen de la co-creación que el nuevo paradigma propone para la humanidad. En efecto, la automatización disruptiva no puede estar al margen de los efectos que esa revolución tecnológica trae consigo para el mundo del trabajo, pero al mismo tiempo pone en crisis el viejo paradigma de realización individual que habían tenido los trabajadores del siglo XX. Hoy ya no somos el ejército de Ford, o los súbditos de una empresa estatal: los ciudadanos de este tiempo participamos de distintas maneras en la co-creación del entorno digital que habitamos. A veces sólo alimentamos el sistema con nuestros datos, en el simple acto de navegar e interaccionar en esa fábrica de Big Data que son los contenidos que circulan en la red. Pero también somos stakeholders, como definió alguna vez Klaus Schwab en su labor como anfitrión del Foro Económico Mundial. El futuro humano –y el próximo paradigma del orden político global- tendrá mucho que ver con este trabajo de co-creación que los líderes más inquietos ya están aplicando a la relación entre sus empresas y lo público y cuya influencia muy pronto veremos en el ciudadano común y en su profunda reformulación de sus relaciones con lo público y con lo privado y hasta incluso con Dios, en el marco de esta “nueva normalidad”.

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Fernando León es Abogado por la UBA, especialista en Asuntos Públicos en Latinoamérica, analista de política internacional y nuevas tecnologías. Becario del Programa International Visito Leadership Programme y Presidente de la Fundación Diplomacia Ciudadana.

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Fernando León
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Etiquetas: , , , , , Last modified: 25 mayo, 2021
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