Italia prohíbe carne artificial amparándose en el «principio de precaución», es decir algo que no se ha demostrado perjudicial pero por las dudas bajo el argumento de que no existen pruebas contundentes acerca de su seguridad. La decisión no deja de ser polémica porque efectivamente no existen argumentos sólidos en contra. El proyecto prevé multas que van desde los 10.000 a los 60.000 euros para quién viole esta prohibición y haga innovación o investigación en este campo.
El proceso de producción de carnes artificiales en laboratorio, también conocidas como carnes cultivadas, involucra el cultivo de células animales en un ambiente controlado para producir tejido muscular que luego se procesa en productos alimenticios similares a la carne convencional. El proceso comienza con la obtención de células animales a partir de biopsias de animales vivos o de animales sacrificados para la producción de carne. Las células también se pueden obtener a través de líneas celulares establecidas en laboratorio. Luego esas células son cultivadas en un ambiente de laboratorio controlado, que puede incluir un medio de cultivo, nutrientes y factores de crecimiento específicos para las células en cuestión. El siguiente paso consiste en la formación del tejido muscular en el que las células se agregan y se multiplican para formar tejido muscular, este proceso puede llevar varias semanas. Finalmente se hace el procesamiento y moldeado en el que el tejido muscular se procesa y se moldea en productos alimenticios similares a la carne convencional, como hamburguesas, salchichas o filetes.
La decisión no deja de ser polémica porque efectivamente no existen argumentos sólidos en contra. El proyecto prevé multas que van desde los 10.000 a los 60.000 euros para quién viole esta prohibición y haga innovación o investigación en este campo.
El hecho de que Italia prohíbe carne artificial sin darle la posibilidad al desarrollo no está exento de polémica. Si bien es una técnica en etapas experimentales nada indica que sea algo perjudicial para el ser humano. Los argumentos esgrimidos por el ministro de agricultura Francesco Lollobrigida, y de Orazio Schillaci, ministro de Sanidad fueron: «garantizar el máximo nivel de protección de la salud de los ciudadanos y preservar el patrimonio agroalimentario», algo que en principio no pareciera estar en peligro. En otros lugares como Estados Unidos, Israel o Singapur el desarrollo de este tipo de proteínas está bien avanzado y se supone que saldrán al mercado minorista en pocos años.
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