Seguimos encuarentenados. No todos. Los que podemos. Parece que la curva que había que achatar, se achata y que estaría siendo exitosa la medida. Es muy difícil la evaluación de este resultado. Cada país, cada situación, cada cultura. Se eligió un camino y hay capitán y tripulación en ese rumbo, y una población que, hasta ahora, cree que vamos en dirección correcta. Pero la emergencia social y económica está latente y crece. Estaba desde antes de la pandemia y ésta estrategia, que parece correcta desde el punto de vista sanitario, es letal para esa endeble estructura. Se van dando medidas tratando de atajar la crisis, pero todos sabemos que social y económicamente vamos cayendo lentamente. Emparchando y tratando de contener entre todos y todas. Como nunca antes, las organizaciones de la sociedad civil protagonizan cruzadas. Y el costado solidario se revitaliza, pero con eso no está alcanzando más que para atajar la emergencia. De ninguna manera para salir.
La pandemia nos iguala solo en términos de que nos hace recordar que por humanos, cualquiera puede enfermarse. Pero no nos engañemos, no todos tenemos la misma fortaleza social y económica para enfrentarla y salir de ella. Y aunque nos recordó que somos socialmente interdependientes (estrellazo al individualismo), nada dice que a partir de ahora todos pasemos a creer que para salir mejor necesitamos que todos salgan. Pero demás, el virus logro dar territorialidad a los globalizados. No hay lugar donde escapar. Hay que ir a casa, y al propio país. Volver a casa no solo tiene consecuencias personales que pertenecen a la esfera privada, sino sociales, porque de repente, el destino de tu comunidad, lo que haga tu gobernante, te influye directamente, y tu destino se vinculó fuertemente con el de tu patria. Quizás esa realidad será un buen punto de partida, para que algunos sectores menos dispuestos a poner el hombro, se sienten a la mesa y piensen y actúen para encontrar la salida en comunidad.
Esta semana Argentina pareciera que tuvo estrella. Un grupo de científicos y científicas de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y del CONICET desarrollaron un kit test diagnostico en poco más de un mes; los ministerios de Justicia y Obras Públicas de la Nación acordaron un plan de reacondicionamiento de todas las cárceles federales, a partir de la polémica que suscitaron las liberaciones de los Jueces justificadas en el hacinamiento de las mismas; economistas reconocidos en todo el mundo salieron a respaldar las negociaciones del país con los bonistas; y el Presidente logró respaldo de todos los sectores en la posición de negociación de la deuda. La extraordinaria capacidad de nuestro sector científico tecnológico, la posibilidad real de encarar soluciones a temas estructurales cuando la sociedad lo demanda; y la evidencia que la voluntad política es la que logra convocar los distintos sectores para tomar posición común frente a temas que urgen. Talento, conexión con la sociedad y voluntad política. Qué buena mezcla que trae estrella.
Porque en realidad, lo que Argentina necesita, es juntar todos esos actores, más la academia y las organizaciones no gubernamentales (que son muchas en la Argentina), a fin de pensar una estrategia de desarrollo para empezar a diseñar la salida.
No es tan común ni tan fácil que académicos de distinto signo y lugar del mundo, firmen un apoyo tan contundente. Puede ser que a ellos no les afecte para nada el resultado de esa negociación, quizás eso lo hace más valioso. Este siglo XXI tiene más de una actor. Y el actor académico empieza a tener un rol interesante. Claramente en la pandemia. No está mal que poder y la política tengo al lado el apoyo/crítica de los académicos y que estos salgan de sus recintos para jugar y aportar. Es interesante el hecho. También la gestión. Y además la mano de Maradona, no? Porque es increíble que Argentina logres este tipo de cosas. Pero las logra. El otro hecho significativo fue la foto de apoyo sectorial y político a la renegociación. No es poco. Puede, como dicen algunos, que la foto haya sido el objetivo y que a los bonistas no le interese nada ese cuadro. Pero en política las motivaciones no importan tanto como los efectos. El punto es qué logra esa foto. Si expresa sustancialmente algo. Porque en realidad, lo que Argentina necesita, es juntar todos esos actores, más la academia y las organizaciones no gubernamentales (que son muchas en la Argentina), a fin de pensar una estrategia de desarrollo para empezar a diseñar la salida.
Desde hace un mes, todos los martes se juntan varios referentes de los diferentes sectores de la Argentina a pensar el día después. Hay algo que emerge, y que fue muy fuerte durante todo el año pasado en cualquier espacio académico o de las organizaciones de la sociedad civil: la necesidad urgente de juntar en una mesa los sectores a acordar las medidas que tenemos que asumir todos para encarar el desarrollo. Los costos, lo que cada sector tiene que poner. En las jornadas de “Para que el día después seamos mejores”, va quedando en los apuntes de los tantos referentes que expresan sus ideas sobre cada tema, el recurrente llamado a que esa foto sea disparadora de medidas concretas que hagan la diferencia y que definan un rumbo común y sin grietas.No podemos perder esta oportunidad, tan única. La sociedad está sufriendo mucho. Si fuimos capaces de llamar a los expertos, sumar a los privados y contar con las ONG en la estrategia sanitaria, porque no podemos hacer lo mismo en la estrategia social y productiva. La oportunidad es AHORA! Para juntar a expertos con dirigentes a fin de ver como logramos que todo el esfuerzo que hace el Gobierno en asistencia social se convierta en estrategia de salida de la pobreza y no su consolidación. Mientras atendemos la emergencia, podemos ir pensando y acordando esa hoja de ruta. Este llamado a pensar el día después, requiere un esfuerzo enorme. Todos debemos saltar alguna grieta que todavía separa a muchos dirigentes. Lo más valioso de las Jornadas del día después es que referentes de tantos sectores, todos los cuales podrían ser cabeza de una conferencia, se quedan 2 hs a escuchar los otros, y hablan solo 7 min. Ese esfuerzo colectivo, que se replica en numerosas iniciativas parecidas, y en el que sobra idea para armar una hoja de ruta, requiere institucionalizarse y ser parte del proceso de la decisión.
Es Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica Argentina. Realizó una Maestría en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Sociales (FLACSO). Especialista en seguridad internacional, defensa e inteligencia, dicta la Cátedra de Estrategia y Seguridad Internacional en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA y Introducción a la Teoría de Relaciones Internacionales de la Universidad Austral. Ha sido Directora Nacional de Inteligencia Estratégica Militar del Ministerio de Defensa de la Nación y actualmente es Directora de la Escuela de Política y Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA.
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