China acaba de mover una pieza clave en el tablero tecnológico global. Con el lanzamiento oficial de AI Plus (人工智能+ o “AI+”), el país asiático busca llevar la inteligencia artificial mucho más allá de los laboratorios y convertirla en columna vertebral de toda su economía y su administración pública.
La iniciativa fue presentada por el Consejo de Estado chino a fines de agosto, y representa mucho más que un plan tecnológico: es una estrategia nacional de poder.
De “Internet Plus” a “AI Plus”
En 2015, Beijing lanzó “Internet Plus”, un programa que digitalizó a miles de empresas y transformó al país en un gigante del comercio electrónico y la conectividad.
Diez años después, llega su heredero natural: “AI Plus”, cuyo objetivo es hacer inteligente todo lo que antes era simplemente digital.
El nuevo plan busca integrar sistemas de IA en seis grandes áreas: ciencia y tecnología, industria, consumo, bienestar social, gobernanza y cooperación internacional.
No se trata de impulsar a las grandes tecnológicas, sino de incorporar la IA en fábricas, escuelas, hospitales, oficinas públicas y hasta en la diplomacia china.
Una hoja de ruta con fechas y porcentajes
- A diferencia de las estrategias occidentales, AI Plus viene con cronograma incluido.
China estableció tres metas concretas: - 2027: lograr una “profunda integración” de la IA en los principales sectores y alcanzar una penetración superior al 70% en nuevos dispositivos inteligentes.
- 2030: expandir esa adopción al 90% y consolidar industrias basadas en inteligencia artificial.
- 2035: convertirse en una “sociedad plenamente inteligente”, donde la IA sea tan común como la electricidad.
Estos plazos no son casuales. Encajan con los objetivos de largo plazo de Xi Jinping, que busca la autosuficiencia tecnológica total antes de mediados de la próxima década.
Soberanía tecnológica y poder computacional
AI Plus también es una respuesta directa a las restricciones impuestas por Estados Unidos sobre chips avanzados. China está impulsando un ecosistema propio de hardware y software —con empresas como Huawei, Cambricon y Hygon— para que sus modelos puedan entrenarse sin depender de Nvidia ni de la nube norteamericana.
Un ejemplo simbólico: la startup DeepSeek acaba de lanzar un modelo de lenguaje optimizado para chips locales, demostrando que la independencia tecnológica ya no es un sueño, sino una política de Estado.
Inteligencia artificial con características chinas
El plan no se limita a la innovación: también incorpora una visión de gobernanza y control.
Beijing exige que los contenidos generados por IA estén etiquetados claramente, y promueve principios de “seguridad y controlabilidad” en cada aplicación pública o privada.
El objetivo oficial: usar la IA para mejorar la vida de la gente, pero siempre bajo supervisión humana.
En salud, educación y servicios sociales, el documento propone una “IA para el bienestar” que ayude a envejecimiento activo, diagnóstico remoto y enseñanza personalizada.
Pero detrás de esa narrativa de eficiencia también se juega una batalla por los datos, el insumo más valioso del siglo XXI.
La dimensión internacional de AI Plus
China lanzó la AI+ International Cooperation Initiative, una plataforma para promover estándares comunes y alianzas tecnológicas con países del Sur Global. Así, busca posicionarse como alternativa al modelo estadounidense y exportar su propia visión de la inteligencia artificial, más estatal y menos dependiente del mercado.
Qué puede aprender América Latina
Para América Latina —y especialmente para Argentina—, AI Plus ofrece lecciones y oportunidades. Los sectores donde China pondrá foco —agro, manufactura, logística, salud y educación— son justamente aquellos donde la región puede aprovechar cooperación, transferencia tecnológica y financiamiento. Sin embargo, también obliga a repensar la soberanía de datos y la dependencia digital: ¿queremos importar solo herramientas o también modelos de gobernanza?
El futuro ya llegó, versión Pekín
Si Internet Plus fue la autopista, AI Plus busca ser el sistema nervioso que la recorra.
Mientras Occidente debate los riesgos éticos de los modelos frontera, China avanza en la aplicación masiva de la IA como política de Estado. Y en esa carrera, los números —y los plazos— no mienten: 2035 está a la vuelta de la esquina.
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