Junto a un grupo de economistas e investigadores en temáticas relacionadas, nos propusimos realizar algunas reflexiones respecto a las criptomonedas, tema sobre el cual se habla mucho y se escribe mucho, pero que aún merece debatir. Fruto de ese trabajo salió publicado en editorial Continente el libro “Criptomonedas, un desafío al Estado y a los bancos” en el cual ofrecemos una visión desde el Sur Global a ese acontecimiento tecnológico y financiero. En él se discuten temáticas relacionadas a la teoría monetaria, a las cuestiones impositivas, a la relación de los bancos y las Fintech respecto a ese fenómeno, así como a las regulaciones financieras que hoy se implementan.
Uno de los pilares del capitalismo es el dinero, que logra una centralidad que no existía en épocas anteriores, cuando el autoconsumo era la regla y el intercambio la excepción. En principio, el dinero es creado ad nihilo, sea por el Estado (creación primaria de dinero) o por un crédito que se vuelve depósito, lo que suele llamarse creación secundaria. La intención del dinero en el capitalismo es acelerar los tiempos de la acumulación de capital. Así, una empresa puede ampliar su producción ahorrando durante 10 años una parte de sus ganancias para luego comprar una maquinaria o puede pedir prestado a un banco desde el día cero, contra garantía de activos propios y devolviendo intereses. Esta segunda opción le permite a la empresa acelerar los tiempos, mejorar su productividad, desplazar competidores, pero con cierto riesgo respecto de la rentabilidad futura. Si las empresas no pueden enfrentar sus compromisos se pueden generar quiebras en cascada, de otros sectores y de los propios bancos. Esto es lo que hace que las finanzas profundicen los ciclos económicos, posibilitan un mayor crecimiento en los buenos momentos con préstamos generosos, pero esos buenos momentos también son el germen que pueden abrir una crisis financiera generalizada, siendo la última que vivimos la de 2008.
Desde esa crisis fue haciéndose lugar las criptomonedas, con la intención de reformar el sistema monetario internacional. Estas últimas, al presentarse como una moneda privada, sin regulación estatal, funcionaron como una puerta hacia un supuesto mejor futuro, generador de riqueza en libertad y fuera del Estado que se considera socialmente opresivo, forjando un discurso que empezó a hacerse más presente desde 2020, a la sombra de la pandemia de COVID.
La propuesta de fondo de las criptomonedas consiste en crear una relación monetaria entre los agentes privados sin la intermediación del Estado a través de una tecnología (el blockchain) que vendría a reemplazar el sistema contable público. En efecto, todo mercado implica un contrato y cada contrato lleva implícitamente una tercera parte para dictaminar sobre distintas situaciones, como la medida, la calidad o el pago de impuestos. En general ese lo asume el Estado a través de sus órganos específicos, como la justicia comercial, los organismos de control de calidad y el organismo recaudador.
Esa visión neoinstitucionalista es la base de los discursos tecno-anarquista que plantean que esa tercera parte no la tiene que asumir más el Estado, sino que lo tiene que hacer de mejor manera una blockchain ya que las transacciones son públicas y se pueden rastrear, lo que lo hace más transparente y democrático. Esa descentralización de las comunidades criptos es un argumento central para invalidar el rol del Estado en los contratos, y haciendo eso también lo puede desplazar como contralor y recaudador.
En la realidad, si bien las criptomonedas son descentralizadas en el interior de la comunidad (que es lo que da lugar al mito), siempre tienen una conexión con el resto del sistema financiero. En efecto, las criptomonedas terminan siendo ofrecidas como activos digitales en los exchange, bancos o billeteras virtuales cuando estas son habilitadas, cuyos esquemas de financiamiento revelan una fuerte concentración de poder. El exchange, que es la plataforma por la cual se entra y se sale del sistema de criptomonedas, es un negocio concentrado en pocas manos destacándose entre otras Binance. Al no ser reguladas por las autoridades monetarias y bursátiles, los exchange no cumplen con ciertas obligaciones y muchas veces ponen en riesgo a los ahorristas, como se demostró en varios casos recientes llegando a generar una crisis del sector en 2023.
La propuesta de fondo de las criptomonedas consiste en crear una relación monetaria entre los agentes privados sin la intermediación del Estado a través de una tecnología (el blockchain) que vendría a reemplazar el sistema contable público. En efecto, todo mercado implica un contrato y cada contrato lleva implícitamente una tercera parte para dictaminar sobre distintas situaciones, como la medida, la calidad o el pago de impuestos.
Esa no regulación del sector es parte constitutiva de su encanto: se ha comprobado en numerosas ocasiones que las criptomonedas hoy son las nuevas formas de evasión fiscal a nivel global, luego de la caída en desgracia de las guaridas fiscales. En efecto, luego de las filtraciones al estilo Panama Papers, y la aplicación de políticas globales para coordinar los sistemas tributarios a nivel internacional, los activos digitales se transformaron en un nuevo paraíso para esconder las ganancias provenientes de negocios legales o ilegales, pero que en todo caso no quieren tributar.
Asimismo, el paso obligatorio desde la moneda fiduciaria hacia la criptomoneda para un país como Argentina implica un impacto sobre el mercado de cambio, dado que resulta en una demanda adicional de dólares. Eso es lo que hizo que el Banco Central tratara de restringir el acceso a las criptomonedas, limitando las compras a través de bancos y de billeteras virtuales durante el gobierno anterior.
Por otra parte, el vínculo entre corporaciones y criptomonedas queda cada vez más claro, a medida que cada empresa quiere desarrollar su activo digital. El caso de Libra, la criptomoneda de Facebook/Meta, llamó mucho la atención a pesar de su fracaso. El ambicioso proyecto se presentaba como una moneda privada digital, con estabilidad respaldada en una canasta de monedas (al estilo de los DEG del FMI) y un grupo de apoyo constituido por Booking Holdings, eBay, Mastercard, Mercado Pago, PayPal, Stripe et Visa Inc. entre otros. La posibilidad ofrecida por la empresa poseedora de la mayor red social del mundo de facilitar transacciones monetarias parecía un verdadero desafío para las autoridades regulatorias, que terminaron criticando el proyecto por su opacidad financiera, inherente a las criptomonedas.
Pero en el fondo, ese proyecto atentaba contra la soberanía estatal. La posibilidad de pagar un Uber y luego irse de vacaciones con Airbnb, pedir por PedidosYa y escuchar música por Spotify o YouTube, todo eso con una moneda que no era estatal posibilitaba la constitución de una economía digital desterritorializada. Esta dinámica podía llevar a que esas empresas empezaran a pagar sus salarios en Libra, que las fintech empiecen a manejar el ahorro y el crédito con ese dinero, en suma era lo más cercano al Dinero desnacionalizado de Hayek. Era el sueño tecno-anarquista, donde todo se puede realizar dentro de la comunidad cripto sin pasar por las exchanges, y que el Estado sea desplazado de su rol. La gran diferencia en este caso es que una corporación es la que estaría detrás de todo ese andamiaje monetario, ya que Libra no es una blockchain abierta, sino que es controlada por los miembros de la Asociación Libra que cumplen el rol que tiene el Estado con el dinero estatal.
Sin dudas luego de las fuertes resistencias que asumieron las autoridades del poder estatal al proyecto Libra, se abre la necesidad de un cambio de estrategia si las Big Tech quieren insistir en ese proyecto. Tal vez ese cambio de estrategia sea conseguir políticos que estén abierto a sus ideas y las habiliten. Eso puede explicar la buena recepción que tiene un discurso libertario como el de Milei, anti-estatal pero desde la gestión pública, que sería funcional a sus intenciones.
Este proceso, articulado en el discurso libertario y antiestatal que penetró fuertemente en la sociedad argentina en un contexto de estancamiento económico, fueron uno de los factores explicativos de la elección de Javier Milei como presidente el año pasado. A diferencia del resto de los políticos de la “nueva derecha”, Milei se distingue por ideas de libertad que conectan con cierta ideología de Silicon Valley y explican en parte el apoyo de personajes de la elite como Marcos Galperin o Elon Musk. Estos parecen estar seducidos por el discurso libertario que ofrece una nueva forma de Estado adaptada a una nueva etapa del capitalismo, el capitalismo digital, así como en su momento el Estado keynesiano fue el articulador del capital monopolista.
Por lo tanto, las cuestiones políticas nacionales y globales se encuentran en el trasfondo de los distintos capítulos del libro, que ayudan a entender la nueva dinámica del capitalismo tecnológico y los impactos que este puede tener sobre lo fiscal, el sector externo y el sector bancario, pero que nos terminan afectando a todos como ciudadanos, consumidores, trabajadores y productores.
- Criptomonedas, un desafío al Estado y a los bancos - 31 agosto, 2024