Written by 1:51 PM OPINIÓN

El cuidado de la naturaleza como política económica

cuidado de la naturaleza

La degradación ambiental ya no es solo una preocupación ecológica: es un riesgo financiero sistémico. Las señales son claras. Aseguradoras que se retiran de regiones vulnerables, hipotecas que colapsan por falta de cobertura, mercados que pierden valor ante eventos climáticos extremos. El Financial Times (How the next financial crisis starts, 28 de junio) lo anticipó sin rodeos: la próxima gran crisis financiera podría no venir por burbujas especulativas, sino por el colapso de los sistemas naturales.

La advertencia, lejos de ser retórica, apunta al corazón de la estabilidad económica global: el vínculo cada vez más directo entre crisis ambientales y colapsos financieros.

Hoy, los riesgos se incuban en la atmósfera, en los suelos que se secan, en los ríos que se desbordan. Incendios, sequías e inundaciones están desestabilizando sectores enteros. Lo advirtió Günther Thallinger, del gigante asegurador Allianz: “Regiones enteras perderán su valor económico y los mercados ajustarán de forma rápida y brutal”.

El mecanismo es tan simple como devastador: cuando las aseguradoras se van, se corta el crédito. Sin seguros, no hay hipotecas. Sin hipotecas, los activos pierden liquidez. Y sin liquidez, las economías locales colapsan. Ya pasa en California. Ya pasa en Alemania.

Y ya pasa en Argentina. En 2023, el agro perdió el 37% de sus cultivos clave. En lo que va de 2025, inundaciones golpearon desde Bahía Blanca hasta Tucumán. Cada evento extremo nos recuerda que no estamos frente a fenómenos aislados: vivimos una transformación estructural.

A este panorama se suma la fragilidad fiscal. Con una deuda pública asfixiante, el país tiene margen casi nulo para absorber nuevos shocks. Y como nuestra economía depende de los sectores primarios, ignorar la estabilidad ecológica es no entender dónde estamos parados. Abandonar la política ambiental no es solo irresponsable: es suicida.

Invertir en resiliencia ambiental —en bosques, suelos, humedales— ya no es un lujo ambiental. Es un salvavidas económico. Lo entienden los bancos centrales que están integrando el riesgo climático en sus modelos de estabilidad financiera. Lo entienden fondos soberanos como el noruego, que reconfiguran sus carteras con criterios ambientales. Lo entienden aseguradoras y reguladores. Lo que era “activismo” ahora es realismo financiero.

La pregunta no es si los mercados ajustarán. Es cuándo.

Y ahí aparece una oportunidad estratégica para Argentina: anticiparse. Incorporar el capital natural al corazón de la política económica (tal como Chile, Colombia, Estados Unidos, Reino Unido, China, entre otros), jerarquizar la gestión ambiental, exigir transparencia ecológica a deudores y sectores clave. Nuestros ecosistemas pueden dejar de ser vulnerabilidades para convertirse en activos. Son un escudo frente a la volatilidad.

Porque si no actuamos a tiempo, el próximo default no será solo por malas decisiones económicas. Será también por haber ignorado a la naturaleza mientras nos daba todas las señales para evitarlo.

(Visited 1 times, 1 visits today)
Etiquetas: , , , , , Last modified: 3 agosto, 2025
Close