La compañía inglesa Geomiq ofrece unos 130.000 dólares – 100.000 libras esterlinas- a quién conceda los derechos sobre su propio rostro a fin de usarlo en su nueva línea de robots. La única exigencia es que sea un rostro amable porque la intención de la compañía es utilizarlo en un nuevo prototipo con el que viene experimentando hace unos cinco años para que sirva de acompañante de ancianos. Ya hemos hablado en varias oportunidades de este pujante sector de la industria de robots en el que Japón invierte fuertemente. Uno de los grandes problemas que atraviesan los fabricantes de robots es el Teoría del Valle Inquietante que indica que cuánto más parecido es un robot a un humano, mayor desconfianza le genera al humano. Sin embargo tanto esta compañía como aquellas que fabrican robots sexuales parecen no sentirse interpelados por esa máxima de la robótica.
«Sabemos que se trata de una petición extremadamente única, y renunciar a la licencia de su rostro es sin duda una decisión muy importante», ha indicado la compañía en su comunicado. Para postularse hay que enviar sus fotos a faces@geomiq.com y esperar la resolución. Hace algunas semanas hablábamos de TiAgo, el robot español que sin aspecto humano estaba desarrollando una compañía con el mismo fin. Los diseñadores de Geomiq sin embargo han decidido desafiar los límites.
Uno de los grandes problemas que atraviesan los fabricantes de robots es el Teoría del Valle Inquietante que indica que cuánto más parecido es un robot a un humano, mayor desconfianza le genera al humano
El proyecto sin embargo no está del todo claro. Se sabe que un fondo de inversión de Shangai es uno de los participantes, también que el robot que fabrica Geomiq obedece al pedido de un tercero – aunque nadie ha aclarado quién es – y que quiere utilizarlo para el cuidado de personas mayores. Tal vez no sea suficiente información para ceder los derechos sobre el rostro de uno, o tal vez sí, una curiosa forma de multiplicarse y inmortalizarse en la historia.
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