Cuando 3 amigos decidieron en el 2008 fundar Airbnb nunca imaginaron el fenómeno y la polémica que generarían. Hoy, diez años después su compañía opera en unas 35.000 ciudades en más de 190 países y – aunque ha postergado nuevamente su salida a bolsa este año – podría llegar a valer cuando lo haga unos 40.000 millones de dólares, mucho más que cualquier cadena hotelera del mundo.
Sin embargo, las polémicas generadas también son muchas. Varias ciudades han puesto límites de diferentes formas a su funcionamiento. Lo que originalmente se definía como una plataforma de economía colaborativa gestionada por propietarios con ganas de conocer gente y sumar un ingreso extra, se ha transformado en una plataforma de gestión irregular de hotelería por parte de agencias de turismo. Un reciente informe realizado en España afirma que un tercio de la oferta de AirBnB en España está en manos de propietarios empresas que gestionan al menos 5 propiedades. En Barcelona y Madrid por caso, apenas el 40 % de las propiedades ofrecidas son de personas con un sólo anuncio.
En Nueva York la polémica en estos días se ha vuelto intensa. La misma compañía ha demandado a la alcaldía a raíz de una ley de regulación que sienten que viola los derechos constitucionales de los usuarios y que obliga a la plataforma a informar los nombres y direcciones de sus anfitriones en una base de datos de la Alcaldía.
Lo que originalmente se definía como una plataforma de economía colaborativa gestionada por propietarios con ganas de conocer gente y sumar un ingreso extra, se ha transformado en una plataforma de gestión irregular de hotelería por parte de agencias de turismo.
“Esta ley proporciona a la ciudad los datos críticos que necesita para preservar nuestro inventario de viviendas, mantener a los visitantes seguros y garantizar que los residentes se sientan seguros en sus hogares y vecindarios”, han contestado desde la alcaldía. “La ordenanza es ilegal e intenta evadir restricciones establecidas a la acción gubernamental y viola derechos constitucionales básicos”, insistió la compañía en una disputa que recién comienza pero que podría perjudicar gravemente el desarrollo de la plataforma según analistas ya que Nueva York es uno de los principales mercados de la aplicación y podría inspirar a otras ciudades a sancionar legislaciones similares.
Uno de los principales problemas denunciados es la «turistificación» de ciudades que hace que los alquileres aumenten significativamente – debido a la conveniencia de alquileres temporarios por sobre los clásicos – y expulsen a los ciudadanos de las ciudades para volverlas pequeñas aldeas turísticas. En este sentido las principales ciudades del mundo, presionadas por los inquilinos y también las cadenas hoteleras han exigido legislaciones más duras. Por caso Amsterdam fue una de las primeras ciudades que ha puesto un límite de 60 días para el alquiler de viviendas particulares. Para tomar dimensión del fenómeno en Amsterdam viven unas 800.000 personas y llegaron el año pasado unos 5.000.000 de turistas, sin regulación la situación sería explosiva.
Otras ciudades también tienen sus límites. En Londres el límite es de 90 días, Palma de Mallorca está intentando prohibir la aplicación cansada del aumento de los alquileres y el exceso de turistas, París ha planteado sus quejas lo mismo que Berlín, Bruselas o Viena entre otros. La exigencia ahora está en manos de la Unión Europea que está reclamándole a la aplicación mayor transparencia en su política de precios.
Uno de los principales problemas denunciados es la «turistificación» de ciudades que hace que los alquileres aumenten significativamente – debido a la conveniencia de alquileres temporarios por sobre los clásicos – y expulsen a los ciudadanos de las ciudades para volverlas pequeñas aldeas turísticas.
En Japón las regulaciones han hecho estragos. De la noche a la mañana el 80 % de la oferta de los AirbNb se vio frustrada y se pasó de más de 60.000 departamentos a apenas unos 13.000 de un día para otro. El límite de días para alquiler temporal son 180 días y para hacerlo es preciso registrarse y obtener un permiso por parte del gobierno.
La polémica en torno a esta aplicación tiene también que ver con el constante aumento del turismo a nivel mundial. Hay quiénes sugieren que las tecnologías nos han vuelto un poco más nómades y que la vida en las ciudades – algo propio de la modernidad – también atraviesa su crisis. ¿Estarán destinadas a volverse museos que las personas visitan apenas? No lo sabemos, lo que si sabemos es que el mundo está atravesando profundas transformaciones a velocidades que no podemos predecir, tal vez las mayores de toda la historia de la humanidad.
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