Noruega ha sido nominado alguna vez como el único país del mundo cuya crisis del sistema previsional tiene más ordenada. El respaldo del sistema no son los impuestos comunes y corrientes sino que está directamente relacionado con un Fondo que recibe ingresos de la renta que el petróleo produce en esta economía. En 1967 se creó un fondo de pensiones que veinte años después incorporó la renta petrolera y se dividió para dar origen a dos fondos, uno con inversiones en la economía Noruega y otro con carácter de inversor global. Hoy es el fondo soberano más grande del mundo.
El fondo Global fue creado en 1990 para suavizar los efectos colaterales que producía la fluctuación permanente en el precio del petróleo y para contrarrestar la baja del flujo de ingresos del sistema a futuro. Todos los estados del mundo hoy analizan con claridad que dada la extensión de la esperanza de vida y el descenso de la tasa de natalidad los sistemas previsionales tendrán que procurarse nuevos ingresos para poder seguir funcionando. Los Noruegos previeron además que los flujos de dólares que la exportación petrolera genera podían generar la llamada «Enfermedad Holandesa», un problema económico bastante estudiado que se traducía en alta inflación y baja producción industrial en los países que tenía una renta extraordinaria.
En 1967 se creó un fondo de pensiones que veinte años después incorporó la renta petrolera y se dividió para dar origen a dos fondos, uno con inversiones en la economía Noruega y otro con carácter de inversor global. Hoy es el fondo soberano más grande del mundo.
Hoy el fondo es el mayor propietario de valores en Europa con algo más del 2,15 % de las reservas. La administración la lleva adelante el Norges Bank Investment Management y su tamaño total es similar al fondo de pensiones más importante de Estados Unidos. En el año 2017 batió todos los récords al alcanzar un beneficio de 107.000 millones de euros con sus inversiones, el doble respecto al año anterior cuyos beneficios también habían aumentado en el orden del 30 %.
El fondo invierte en activos de unos 77 países, en 9.146 empresas diferentes. Sin embargo los mercados emergentes representan apenas algo así como el 10 %. El grueso de las inversiones se las llevan Estados Unidos y Europa con alrededor del 70 % de las inversiones, Asia y Oceanía tienen menos del 20 %. El crecimiento del fondo tiene tal magnitud que hoy sus ingresos superan a los que recibe Noruega por exportación petrolera.
En el año 2017 batió todos los récords al alcanzar un beneficio de 107.000 millones de euros con sus inversiones, el doble respecto al año anterior cuyos beneficios también habían aumentado en el orden del 30 %.
A fines del año pasado el Banco Central Noruego sin embargo recomendó al fondo desinvertir en activos vinculados al gas y petróleo por ser actividades que carecen de futuro en el largo plazo. Greenpeace celebró la decisión aunque es preciso aclarar que el fondo tiene posiciones importantes en grandes compañías como Shell, Exxon más allá de la importante cantidad de acciones que tiene en StatOil, la compañía petrolera mixta del Estado de Noruega. Finalmente hace unos meses el Comité de expertos convocados por el gobierno Noruego desestimó el tema, en el informe dice: «Si las acciones de energía se excluyen del fondo, la composición de las inversiones diferirá de las ponderaciones del mercado, y se espera que el fondo logre un menor rendimiento o un mayor riesgo”. No parece desacertado en un mundo en el que la moneda de intercambio podría ser nada más ni nada menos que la energía.
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