El Reino Unido aprobó la semana pasada en el parlamento un impuesto a la renta inesperada en un potente paquete de medidas. La idea es financiar un robusto paquete de ayuda social de unos 19.000 millones de dólares destinados a acompañar a los hogares más pobres. El principal financiamiento de este paquete consiste en un impuesto del 25 por ciento sobre la renta extraordinaria que estaría obteniendo los gigantes energéticos a partir de la variación significativa del precio de la energía a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El ministro de finanzas conservador Rishi Sunak ha defendido en el parlamento el impuesto a la renta inesperada afirmando que ayudará a las personas más necesitadas y afectadas por el 9 por ciento de inflación anual – la más alta de los últimos 40 años – y cuyos ingresos no se recomponen de la compleja situación económica global. El ministro defendió el impuesto reconociendo que el aumento de ganancias que obtuvieron los gigantes energéticos no fue gracias a un aumento de productividad o eficiencia sino al evidente impacto que la guerra está teniendo en los precios internacionales.
El principal financiamiento de este paquete consiste en un impuesto del 25 por ciento sobre la renta extraordinaria que estaría obteniendo los gigantes energéticos a partir de la variación significativa del precio de la energía a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El impuesto a la renta inesperada está pensado para financiar una transferencia directa de 400 euros para todos los hogares y ayudas extraordinarias para casi uno de cada 8 hogares pobres que recibirań al menos 1200 libras este año y la duplicación de los subsidios energéticos. Si bien el gobierno conservador se resistía a avanzar en esta dirección la mala imagen de Boris Johnson (a raíz de las fiestas durante pandemia) y las encuestas que afirman que uno de cada 5 británicos tienen problemas para llegar a fin de mes presionaron para que la medida viera la luz.
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