He transitado desde el año 96 hasta la fecha innumerables construcciones sociales como cooperativas de trabajo, capacitación a jóvenes sin empleo (los ni ni), organización comunitaria para acceder a una comida, incorporación de desocupados a programas de contención, etc. La motivación era siempre que en algún momento esas acciones dejarán de existir, porque se suponía que cada familia podría trascender su vida con los ingresos suficientes para gozar de los bienes y servicios tal como lo hacen los otros deciles de la sociedad.
Sin embargo, el propio derrotero del capitalismo con su aplanadora de concentración de riqueza sumado a una etapa donde el conocimiento es junto a la energía la principal forma de reproducción de capital genera continuamente más pobreza y exclusión. Los niveles de concentración de ingresos son escandalosos e inhumanos además la tecnología se encarga de expulsar del trabajo a cada vez más personas.
Los que no nos resignamos a que la pobreza y la exclusión sean parte del paisaje urbano coincidimos en que discutir la pobreza es también discutir la riqueza y en ese sentido expresamos la voluntad de llevar adelante un nuevo acuerdo social que incluya una modificación progresiva del cuadro impositivo a la vez que un plan de fondo para erradicar la pobreza definitivamente.
La infinita sucesión de programas sociales, aunque imprescindibles en la emergencia no terminan de modificar el aspecto estructural.
Para esto creemos necesario poner en agenda la incorporación de un Ingreso Ciudadano / Renta Universal o como quiera nombrarse pero que más allá de la forma resuelva definitivamente al menos el aspecto de la pobreza ligada al ingreso familiar.
Suponer que los problemas de la pobreza tienen su origen en la falta de conocimiento y «voluntad emprendedora» denota un cinismo del que siempre tuvo todas las condiciones materiales resueltas y su cuerpo y cabeza en disposición de avanzar. Un punto de partida es la propuesta y el libro de Fernando Gril en torno a esta temática poniendo el Ingreso Universal no en carácter de un programa social sino en una cuestión de Estado y en una cuestión de seguridad social en su sentido más amplio, es decir en la obligación de las sociedades a arbitrar los medios necesarios para que cada persona acceda a los derechos básicos a lo largo de su vida.
Abrir el debate es el primer paso, estamos ante la posibilidad avanzar genuinamente en una Argentina sin pobreza; alguien o algunos podrán decir que es imposible pero desde nuestro criterio la pobreza está íntimamente vinculada con la riqueza y entonces es un problema de voluntades y relaciones de fuerza no es un problema de naturaleza divina o mística, es concreto, es real, tanto como el dolor y la angustia de no tener los ingresos cubiertos.
Es Licenciado en Periodismo y Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Plata, actualmente es asesor Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. Es Secretario de derechos humanos del Partido Justicialista de La Plata.
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