Hablemos claro: nuestras ciudades están pensadas para un tipo de ciudadano que no existe. Todo está diseñado como si todos procesáramos el mundo igual: misma luz, mismo ruido, misma forma de movernos, de leer un cartel o de esperar en una sala.
Pero eso no es real.
¿Y si diseñamos ciudades neurodiversas que no estén estereotipadas y por lo contrario, que integren?
Las personas con autismo, TDAH, dislexia, ansiedad o simplemente con formas distintas de percibir lo que pasa alrededor viven una ciudad que muchas veces los empuja para afuera, los expulsan. Luces fuertes, ruidos constantes, falta de reglas, carteles confusos, multitudes. Todo eso que para algunos pasa desapercibido, para otros es una sobrecarga, una incomodidad a veces, intolerable.
Y acá viene lo importante: no estamos hablando de grandes obras ni millones de dólares. Hablamos de sentido común, diseño inclusivo y decisiones políticas que se pueden tomar hoy.
¿Qué se puede hacer con poca plata y voluntad de crear ciudades inclusivas?
Te tiro ideas concretas, aplicables en cualquier municipio de Latinoamérica:
• Carteles simples con pictogramas
Usar símbolos en vez de solo texto ayuda a todos: a chicos con autismo, adultos mayores, migrantes, personas con dislexia. Se puede arrancar por hospitales, escuelas, dependencias municipales.
• Espacios tranquilos en oficinas públicas
Un rincón sin luces fuertes ni ruidos, con un par de sillas, puede cambiar la experiencia de alguien que no tolera los estímulos intensos. No cuesta nada y humaniza el trato.
• Capacitación básica a empleados municipales en nuevos tratos con conciencia inclusiva
¿Qué es la neurodiversidad? ¿Cómo acompañar a alguien que necesita más tiempo para responder o no quiere contacto visual? Una charla, una guía simple, y ya cambia el vínculo.
• Plazas con zonas sensoriales
Poner texturas, sonidos naturales, juegos que no sean solo toboganes y hamacas. Hay barrios donde un parque así se vuelve un refugio, comprensión hecha materia. Ya se están viendo experiencias en Montevideo, Medellín y Córdoba.
• Apps comunitarias o mapas cognitivos
No hace falta contratar una consultora. Con universidades locales o convocatorias ciudadanas se pueden armar mapas con recorridos tranquilos, servicios accesibles o lugares “sensorialmente amigables”.
¿Por qué esta agenda vale oro? además desde lo humano, también desde la posibilidad de capitalizarlo políticamente.
Porque es de esas políticas que no se ven tanto, pero se sienten. Porque da respuesta a un sector enorme que está completamente olvidado. Y porque muestra que el gobierno está donde hay que estar: cuidando a los que más lo necesitan, sin hacer show.
Hoy hablar de ciudades neurodiversas no es moda: es empatía hecha gestión pública.
Esta nota forma parte de las entregas del Newsletter Sprint Político. Para suscribirse click aquí.
- Ciudades neurodiversas: pensar en todos, no cuesta tanto - 23 abril, 2025
- Podemos crear Ciudades más Sostenibles - 31 enero, 2024