Hace 400 años el precio de un solo bulbo de tulipán llegó a valer cinco hectáreas de tierra. Lo interesante de esta historia es que tras siete años de incrementos en el precio, la burbuja estalló y el valor se desplomó de forma estrepitosa.
Si esta historia te hace pensar en las criptomonedas no eres el único: el mismísimo CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, ha dicho que la burbuja del bitcoin es peor que la de los tulipanes. ¿Tendrá razón?
Vamos a la historia: en 1630 un grupo de coleccionistas llevó los tulipanes de Asia a Europa. Era la flor más exótica y popular del momento. La demanda era mucho mayor que la oferta, y eso provocó que el precio subiera muy rápido.
Los inversionistas comenzaron a especular sobre el precio de los tulipanes que aún no florecían (los bulbos) y firmaron contratos para comprar bulbos en meses futuros.
Pero, para que ese esquema funcionara, alguien estuvo dispuesto a pagar el exorbitante precio.
El punto de quiebre sucedió en febrero de 1637. Por primera ocasión algunos comerciantes de tulipanes no lograron encontrar compradores dispuestos a pagar por la flor. En un par de semanas la demanda de tulipanes colapsó y los precios cayeron en picada.
Ahora recordemos los orígenes del bitcoin: la criptomoneda fue inventada en 2009 por una persona o grupo bajo el alias de Satoshi Nakamoto como una versión descentralizada peer-to-peer del efectivo electrónico. Las transacciones del bitcoin son completamente rastreables y cada una es pública. Sin embargo, sólo se registran las carteras a las que se envía el dinero y es posible crear una sin verificar la identidad.
De acuerdo con el plan de Satoshi, sólo pueden existir 21 millones de bitcoins, y ahora hay 17 millones en circulación. El precio original se basaba en el costo de la electricidad que se necesitaba para extraer un bitcoin. Esto significa que al inicio 1 dólar estadounidense equivalía a 1.3 bitcoins.
Las transacciones del bitcoin son completamente rastreables y cada una es pública. Sin embargo, sólo se registran las carteras a las que se envía el dinero y es posible crear una sin verificar la identidad.
Desde entonces se han inventado más de 1,300 criptomonedas. En la medida que el interés en la tecnología blockchain aumentó, los precios subieron de manera astronómica. Al momento de redactar esta columna, un bitcoin cuesta 11,000 dólares; su precio máximo histórico fue de 19,511 dólares en diciembre de 2017.
Bitcoin es ahora la burbuja más grande de la historia y todo el mercado de criptomonedas está inflado. Sin embargo, me atrevo a debatir con el CEO de JP Morgan, pues creo que este fenómeno en realidad no es tan parecido a la fiebre por los tulipanes. Las criptomonedas sí podrían convertirse en un almacén electrónico de valor, cosa que un tulipán nunca logrará: las criptomonedas se parecen al oro, ya que ambos son duraderos, escasos y divisibles.
El precio original se basaba en el costo de la electricidad que se necesitaba para extraer un bitcoin. Esto significa que al inicio 1 dólar estadounidense equivalía a 1.3 bitcoins.
La burbuja del tulipán sucedió en menor tiempo, y el mayor crecimiento del precio se produjo cuatro meses antes de que alcanzara su punto máximo. En comparación, el precio de bitcoin ha estado creciendo con altibajos durante nueve años.
Además, la burbuja actual no incluye sólo al bitcoin: casi todas las criptomonedas están obteniendo grandes ganancias en cortos periodos. Esto es, quizá, lo más importante, pues todos los tulipanes son parecidos el uno del otro, pero la mayoría de las monedas están diseñadas con diferentes propósitos.
En conclusión, si algo nos enseña la burbuja de los tulipanes es que quienes están más atentos a los cambios de mercado son los ganadores, y que aunque la tecnología ha avanzado mucho en cuatro siglos, la psicología humana sigue siendo la misma.
Es cofundadora de Fuckup Nights y directora del Failure Institute, el primer think tank dedicado a estudiar este concepto. Columnista de Forbes y The Economist, también es autora del libro Sobrevivir al fracaso. Primeros auxilios para negocios al borde del fracaso (y cómo prevenirlo).
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