Ya es conocido como el Donald Trump brasilero, e incluso a él mismo le gusta referirse a sí mismo de esa forma. Hace casi dos años, durante el proceso de destitución de Dilma Rouseff, Bolsonaro se hizo famoso mundialmente por dedicar su voto – obviamente positivo – a la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, militar encargado de torturar a Dilma Roussef: «Fueron derrotados en 1963, son derrotados ahora» dijo en un efusivo discurso respecto a la izquierda: «El error de la dictadura fue torturar y no matar», ha dicho. Sus posiciones de reivindicación de la dictadura militar brasilera ya son moneda corriente. Para él, el problema no fue que los militares usaran la tortura sino que dejaran vivos a los militantes de izquierda. También reivindica la tortura como método de investigación y está plagado de frases anti gay (la homosexualidad, según él se explicaría por el uso de drogas y en varias oportunidades se refirió a Dilma Roussef como «La tortillera»), anti mujeres (dice que deberían cobrar menos porque se embarazan), anti negros (ha afirmado que algunos de ellos no sirven ni para procrear) y anti cualquier otra minoría que huela a posición progresista. «No mereces ni que te viole», supo decirle a la ministra de Derechos humanos Maria Do Rosario.
Sus posiciones de reivindicación de la dictadura militar brasilera ya son moneda corriente. Para él, el problema no fue que los militares usaran la tortura sino que dejaran vivos a los militantes de izquierda.
Su popularidad en redes es increíble, tiene casi 900 mil seguidores en Twitter, más de 2 millones en Youtube y más de 5 millones de seguidores en Facebook. En las últimas elecciones fue el diputado más votado de Río de Janeiro. Según algunas encuestas, sus votantes son mayoritariamente jóvenes (que por cierto nacieron varios años después de que la dictadura brasilera hubiese terminado). Según diferentes encuestas cuenta con el 17 por ciento de los votos, aunque ya hay alguna que le da arriba del 30. La imposibilidad de Lula Da Silva de postularse (era el candidato que más medía) le deja el escenario despejado para consolidar una candidatura anti política en un país que se encuentra sumido en una crisis moral de representación similar a la que aconteció en la época de Collor de Mello.
En términos económicos, si bien se reivindica de derecha, tiende a defender el proteccionismo aduanero y a renegar de muchos de los planes sociales. Promete mano dura contra la corrupción (su nombre no aparece en el Lava Jato) y volver a la familia tradicional heterosexual. Quiere implantar mano dura contra el crimen y la castración voluntaria para los violadores. Promete incorporar a su gabinete a militares (él fue paracaidista, como Chavez) porque los considera menos corruptos que los políticos tradicionales y está a favor de que las personas puedan comprar y manipular armamento libremente («tenemos que hacer como los norteamericanos», ha dicho)
Su popularidad en redes es increíble, tiene casi 900 mil seguidores en Twitter y más de 5 millones de seguidores en Facebook. Según algunas encuestas, sus votantes son mayoritariamente jóvenes
Todavía faltan unos nueve meses para las elecciones. Lo increíble es cómo un hombre que lleva 26 años en una banca, con posiciones extremas y que nunca fue tomado muy en serio, hoy pareciera ser el representante de la «nueva política», que viene a limpiar un Brasil hastiado de una clase política que no ha sabido dar otras respuestas que la de llenarse los bolsillos con dinero ilegal.
Es músico y escritor. Se me ha perdido una canción (2011), Mis canciones (2014) y Seré canción entonces… (2018) son sus tres discos. Ha publicado también la novela Una tumba sin nombre (2012) y el ensayo Renta Básica Universal: Por qué y cómo terminar para siempre con la pobreza. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad Austral, Argentina), Master en Acción Política y Participación Ciudadana (Universidad del Rey Juan Carlos, España) y Diplomado en Gestión Pública (Instituto Tecnológico de Monterrey, México). Es fundador, director y editor de la Revista Algoritmo.
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