Nike Adventure Club es el nombre de esta nueva propuesta que la marca de zapatillas Nike ofrece – por ahora exclusivamente en Estados Unidos- sumándose a la tendencia mundial de la «Sharing Economy» o «Economía colaborativa». La empresa ofrece tres tipos de suscripción diferente dirigido sólo a padres de niños de entre 2 y 10 años. Los planes son tres: el primer plan por 20 dólares al mes, da la posibilidad de recibir cada tres meses un par de zapatillas diferentes, el segundo plan es de 30 dólares al mes y te da unos seis pares por año uno cada dos meses; por último y por 50 dólares los niños reciben un calzado nuevo cada mes, es decir unos 12 por año.
La propuesta está pensada para niños precisamente por la velocidad en la que crecen sus pies. El sistema es sencillo, se paga el abono mensual y se va eligiendo qué zapatillas – se pueden elegir entre unos 100 modelos – y de qué talle recibir. Una vez cumplido el ciclo las personas devuelven las zapatillas y son recicladas o donadas según su estado. El pedido además tiene una guía de aventuras para niños realizado entre la marca y la organización sin fines de lucro Kaboom. Si bien no hay noticias concretas aún la empresa está estudiando la posibilidad de generar un servicio similar para adultos runners.
Tanto Rousseau, como Marx estudiaron el proceso de la propiedad privada y la necesidad del estado para garantizarla, tal vez estemos avanzando hacia un mundo en el que la propiedad sea colectiva, alquilable y transferible, administrada por plataformas tecnológicas.
La economía colaborativa crece de forma explosiva en el mundo en casi todas las actividades. Si bien muchas veces se la piensa desde los derechos laborales de las personas que participan de ellas – en Uber, Rappi, Glovo y otras – lo más sustantivo es el cambio de mentalidad respecto de la propiedad de las cosas. Este modelo es sin dudas ambientalmente más sustentable aunque también tiene sus críticos que sostienen que la gente debe alquilar porque no tiene ingresos suficientes para comprar. De todas maneras, las nuevas generaciones tienden a ser menos posesivas con sus bienes – ha caído enormemente el interés de poseer autos propios -, prefieren viajar más y tienen hábitos de consumo diferentes a sus antecesores. Tanto Rousseau, como Marx estudiaron el proceso de la propiedad privada y la necesidad del estado para garantizarla, tal vez estemos avanzando hacia un mundo en el que la propiedad sea colectiva, alquilable y transferible, administrada por plataformas tecnológicas.
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