El pesto tradicional tiene su origen en la región de Liguria, en el norte de Italia, el origen de la palabra encuentra su antecesor en «pestu» y básicamente está elaborado con albahaca. La historia de la albahaca es variada. Podemos encontrar tradiciones europeas que la vinculan con satanás, con lo demoníaco, pero también otros lugares como la India en dónde se la asocia a los dioses o Grecia en dónde representaba el odio y la pobreza.
La clave de esta receta es que se puede hacer y guardar cubierto de aceite de oliva en un frasco en la heladera durante semanas. Se puede comer, obviamente con pastas, pero también se puede usar para untar como un paté vegetal, usarlo para hacer brusquetas o dips, ponerlo en sandwichs (muy recomendable el tostado de pesto y un queso un poco picante derretido), en ensaladas (pollo y pesto de tomates secos marida excelente) o para condimentar casi cualquier cosa.
Además es una excelente forma de incorporar aceite de oliva – clave para mejorar la circulación de la sangre y bajar el colesterol – a la dieta cotidiana y tal vez reemplazar otras opciones menos saludables para untar las tostadas de la mañana.
Los ingredientes básicos son:
- 12 tomates secos hidratados
- 60 gramos de aceite de oliva virgen extra
- 15 gramos de nueces o piñones
- 1 o 2 ajos según la intensidad que le queramos dar
- 1 planta de albahaca fresca
- 15 gramos de parmesano
- Sal
- Pimienta
La historia de la albahaca es variada, hay tradiciones europeas que la vinculan con satanás, pero también en la India se la asocia a los dioses y en Grecia representaba el odio y la pobreza.
Metemos todo en un mortero, una procesadora o una minipymer. Cualquiera de las tres formas posibles son efectivas, aunque cada una nos dejará una textura más o menos rústica pero definitivamente igualmente rico.
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