En un año histórico el Bitcoin sube y supera su máximo histórico al alcanzar los 20.000 dólares. El crecimiento anual es de 170 por ciento, algo insólito y probablemente impulsado por la curva de adopción de la economía de criptomonedas y las ventajas de ser el activo digital más conocido. Sólo así se puede comprender su éxito rotundo a pesar de algunas de las deficiencias que tiene como reserva de valor. Sin embargo su ascenso no se detiene y ya nadie se anima a pronosticar hasta dónde llegará.
Ciertamente el mercado de las criptomonedas ha alcanzado un punto de madurez óptimo, impulsado también por el interés de las grandes compañías tecnológicas como Facebook – que espera lanzar su propia moneda Diem en breve – o incluso de los múltiples estados que están impulsando la emisión de monedas digitales por parte de los banco centrales como el caso de China y su Yuan Digital. Es probable que el 2021 sea el año de la gran disputa monetaria a nivel mundial. En algún sentido se supone que el patrón dólar como moneda de intercambio del comercio internacional puede empezar a ser disputada por el mismo Yuan u otro tipo de monedas que empiezan a pulular en el mundo.
El crecimiento anual es de 170 por ciento, algo insólito y probablemente impulsado por la curva de adopción de la economía de criptomonedas y las ventajas de ser el activo digital más conocido
En todo caso el fenómeno que empezamos a ver, y que explica porque el bitcoin sube, es que las personas buscan unidades de valor diferentes a los billetes de los estados porque los encuentran más o menos volátiles. Países como Argentina y Venezuela – con monedas inestables – han tenido un impresionante despegue de adopción de criptomonedas. Los criptoactivos además fluyen con mayor libertad y por fuera del circuito de los estados y las normas de Basilea. Hace unas semanas Jack Ma, el mayor multimillonario chino, criticó duramente las regulaciones bancarias y vio frustrado también su lanzamiento hacia el sector.
Es músico y escritor. Se me ha perdido una canción (2011), Mis canciones (2014) y Seré canción entonces… (2018) son sus tres discos. Ha publicado también la novela Una tumba sin nombre (2012) y el ensayo Renta Básica Universal: Por qué y cómo terminar para siempre con la pobreza. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad Austral, Argentina), Master en Acción Política y Participación Ciudadana (Universidad del Rey Juan Carlos, España) y Diplomado en Gestión Pública (Instituto Tecnológico de Monterrey, México). Es fundador, director y editor de la Revista Algoritmo.
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