Es cierto que el mundo está atravesando un nivel de transformaciones de todo tipo, lo que le da una dinámica vertiginosa a los cambios políticos y entre ellos, suceden algunas cosas que no tenían precedentes en los ámbitos del poder, y que de alguna manera pretenden encontrar soluciones a los problemas con decisiones no tradicionales y peligrosas.
La concentración de la tecnología y del conocimiento en un puñado de grandes corporaciones tecnológicas, tiene sin duda una gran responsabilidad en estas transformaciones que se combinan con un crecimiento de la paranoia mundial de inseguridad, lo que aumentó de golpe los presupuestos militares y de seguridad a lo largo y ancho del planeta.
La solución a esta brecha tecnológica y militar, mal evaluada por Washington en 2014 y en proceso de corrección por los malos resultados ahora, parece no pasar por el diálogo sino por la confrontación directa. Las ideas y los objetivos de determinados países u organizaciones ya no se negocian de manera sensata, se invalidan las charlas directas para acordar ya que se demoniza al otro y solo la conquista de “la verdad y eventualmente del territorio” parecen ser las metodologías aceptables.
En paralelo, las organizaciones multilaterales como la ONU y sus satélites, ven deteriorada de manera peligrosa su capacidad de influir en los problemas globales y no se avizora desde Occidente una salida que reconfigure otro modelo de convivencia en paz en el mundo, sino que desde allí se continúa inflando los conflictos que ya son más de 50 alrededor del planeta, con la luz puesta en Ucrania y Gaza, por la importancia de lo que allí está en juego, dos guerras en paralelo con algunos actores cruzados.
Los experimentos en el poder (parte I)
Volodimir Zelenski es el principal experimento que hoy está en el gobierno (aunque se venció su mandato) dado el inmenso volumen de dinero y armamento invertido en él. Tenía la misión de acorralar a Rusia sostenido por la OTAN, pero dos años después se encuentra exactamente en la posición contraria. Experimento peligroso que no funcionó a pesar de los apoyos, lo que provocará que su país Ucrania, transite largos años venideros como el Estado fallido de Europa, aunque quizás no sea el último, si más países insisten en seguir abrazándose a su fracaso hasta el final. Zelenski pagará la cuenta por ser la puerta inicial del experimento y el que llevó a su pueblo a la muerte por una necesidad nacida en Washington, que hoy lo estudia con recelo. Casi toda Europa que aplaudió ese dislate por falta de visión estratégica, ahora discute en secreto cómo salir del problema. Pero se les puso difícil.
Experimentos en Latinoamérica (parte II)
Los casos de El Salvador y Argentina parecen ser los más relevantes, aunque no los únicos. Ecuador entrará en otro análisis, pero integra este grupo.
Nayib Bukele asumirá en pocos días su segundo mandato, en el cual cambió el paradigma de la política tradicional de su país. Persiguió a las pandillas que hacían de El Salvador uno de los países más peligrosos del mundo y logró convertirlo en uno de los más seguros del continente, más allá de las denuncias sobre excesos en su aplicación, lo que Bukele defiende como prioridades de Estado en la acción sin negarlas. El circuito termina con mega cárceles en tamaño y seguridad, algo que es mirado con atención en muchos países de la región que desean imitarlo. El otro tema es la adopción del Bitcoin como moneda corriente aún con la amenaza del FMI que no aprueba esa innovación, pero la deja correr. A Bukele nada de eso le importa, dice que es algo que llegó para quedarse. Fue reelecto con el 83 por ciento de los votos en una votación poco transparente, pero su liderazgo en la gente no está en duda y logró una mayoría parlamentaria, abrumadora frente al FMLN. Todo está monitoreado por el Gran Hermano, que decidirá, como siempre en esta región, qué continúa y qué no. Veremos, por ahora sigue.
Javier Milei, que compartirá con Bukele su asunción, es otro de los experimentos, y su comportamiento es aún más extraño que el salvadoreño. Realizó más viajes al exterior que a su país en los seis meses que lleva de gobierno, pero no acostumbra a verse con sus pares presidentes ni con la política de los lugares que visita. Su felicidad y su ego, allí pasa por dar charlas diciéndole al mundo como deberían adoptar el anarco capitalismo libertario como faro del progreso mundial y recibir premios de segunda categoría por sus cuestionadas publicaciones que aumenten su austoestima y la publicidad de los premiantes. Se jacta de haber realizado el ajuste más duro en la historia de la política moderna, cosa que es cierta y comprobable, prometió dolarizar y volar el Banco Central, pero no hizo ninguna de las dos cosas. Describe al Estado como una organización criminal, pero lo maneja junto a su hermana como patrones de estancia, decidiendo todo entre cuatro paredes con su asesor estrella en comunicación y marketing, Santiago Caputo, un punto alto del gobierno. La cabeza del presidente está en su profecía mundial de lo que sirve y lo que no, y poco sabe del balance semestral de su gobierno que falla mucho en la gestión, pero a él no le gusta delegar, directamente se desentiende de las cosas. Y como los demás le tienen miedo, en la gestión queda todo paralizado.
Fue a visitar a Elon Musk y los CEOs de Sillicon Valley con los que comparte dos cosas: el gusto por la inteligencia artificial y la inutilidad de pagarle beneficios al Estado. A los trillonarios no les gusta compartir inmensas ganancias con quien maneja buena parte de su negocio (el Estado), ya que rige en definitiva la vida plena de decenas de millones de sus clientes. Sin contar los jugosos contratos que tienen todas con el Estado norteamericano.
Milei prefiere guardar comida en galpones antes que dárselas a la gente que pasa hambre desde su área social y su casi nula gestión comete errores de principiante en temas claves como energía, salud y política exterior. La mitad de la gente todavía sigue soportando el ajuste y está esperanzada en salir. La realidad ya muestra otra cosa, están empezando a entrarle las balas pero como siempre lo último que se pierde es la esperanza. Y nadie se va de Disney como dice un amigo.
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