Una leyenda dice que el Limoncello nació en un convento en el siglo XI y que era un placer que los frailes se daban con los limones que daba su árbol. Otra sugiere que lo inventaron los pescadores para protegerse del frío. Otros que fue invento de alguna abuela italiana para dotar al bar de su nieto de un trago identificatorio y especial. Como en el resto de los tragos y licores es probable que nunca sepamos la verdadera historia. Lo que sí es sabido es que en esta época de cosecha de limones, los sobrantes se deben usar para hacer este maravilloso licor que hoy traemos en una receta diferentes, cremosa, casi parecida a un helado, que se toma helada y una vez que se prueba, ya no se vuelve a atrás.
Los ingredientes son:
1 kilo de limones
750 mml de Vodka
500 mml de Crema
1 litro de Leche entera
750 gramos de azúcar
Lo primero que hacemos es cortar la cáscara de los limones, cuidando de que no nos quede nada de la parte blanca. Esas cáscaras las vamos a dejar sumergidas en los 750 mml de Vodka – cuanto mejor Vodka mejor Limoncello tendremos – y las vamos a dejar reposar en un lugar oscuro durante dos semanas. Es importante que todos los días, o cada dos o tres días movamos la botella a fin de que el líquido se vaya mezclando. En una olla, ponemos a fuego lento el resto de los ingredientes y revolvemos hasta que se integren del todo. Una vez que están todos integrado apagamos el fuego y dejamos enfriar un poco. Agarramos nuestra mezcla de vodka y limón y la colamos – pasamos por una servilleta – de forma de que no quede ningún resto de limón en el líquido amarillo que integraremos en nuestra olla. Una vez bien mezclado todo lo embotellamos y lo dejamos reposar durante al menos unos 3 días. Al freezer – no se congelará nunca – y a tenerlo a mano. Hemos hecho uno de los mejores bajativos del mundo.
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