Entre el 17 y 19 de septiembre se llevó a cabo, en la ciudad de Shangai, uno de los centros tecnológicos principales de China, la Conferencia Mundial sobre Inteligencia Artificial 2018. Hemos señalado que la estrategia principal del líder chino Xi Jinping es asumir una posición de mayor liderazgo en la construcción de la Globalización, y esto volvió a confirmarse en la cita, de la que participaron los principales empresarios del sector tecnológico chino y representantes de las principales multinacionales del planeta.
Nada puede describir mejor estos tiempos que esta conferencia: la sinergia entre los estados y las empresas privadas, que aprovechan la revolución tecnológica para impulsar enormes negocios a escala mundial, va a una mayor velocidad que la voluntad política de los estados. A las amenazas de guerra comercial por imposición de barreras a productos extranjeros le ha respondido una serena confianza en el sector tecnológico a escala global, para el cual no parece haber fronteras. De hecho Amazon y Microsoft han anunciado, durante la conferencia, que abrirán centros de investigación sobre Inteligencia Artificial en Shangai, en colaboración con las empresas chinas Alibaba y Baidu.
La revolución tecnológica en marcha, si bien borra fronteras y muestra con claridad el liderazgo de los emprendimientos privados en la construcción del proceso globalizador, muestra también su propia flexibilidad para amoldarse a las circunstancias cambiantes de la política, que a veces tienen otras prioridades. La cita en Shangai nos muestra que Xi Jinping no está dispuesto a desaprovechar la oportunidad. Hasta el momento China no contaba con un polo tecnológico con una envergadura similar a los de occidente, pero Shangai, principal centro comercial chino, ya mueve el equivalente a diez mil trescientos millones de dólares a través de sus industrias relacionadas con la Inteligencia Artificial, según la agencia EFE, y se proyecta que en los próximos tres años ya estará entre los polos tecnológicos más avanzados del planeta.
Amazon y Microsoft han anunciado, durante la conferencia, que abrirán centros de investigación sobre Inteligencia Artificial en Shangai, en colaboración con las empresas chinas Alibaba y Baidu
La mejor alternativa para los gobiernos –y tal vez su mejor garantía de supervivencia- es, como vemos, tomar la iniciativa de acompañar el proceso de cambios tecnológicos, cuya fuerza está cambiando nuestra vida cotidiana, generando inversiones a corto plazo y duplicando las innovaciones a una velocidad exponencial. China y la India parecen estar comprendiendo la oportunidad que tienen, como economías emergentes, para igualar en conocimiento y en innovación a las economías más avanzadas, al tiempo que son más conscientes del riesgo de quedar atrás en esta carrera contra el tiempo que se corre cada vez a mayor velocidad. En efecto, es probable que quienes se aferren a las viejas estructuras del siglo pasado quedarán cada vez más rezagados.
Ya mueve el equivalente a diez mil trescientos millones de dólares a través de sus industrias relacionadas con la Inteligencia Artificial, según la agencia EFE, y se proyecta que en los próximos tres años ya estará entre los polos tecnológicos más avanzados del planeta.
A diferencia de las revoluciones tecnológicas precedentes, como la Industrial, en la que los países con infraestructura difícilmente podían ser alcanzados por los que parecían condenados a la producción de materias primas, hoy las cosas han cambiado por completo y, si bien las naciones más avanzadas siguen contando con ventajas excepcionales, parece haber una luz de esperanza para los emergentes que entiendan a tiempo la urgencia del desafío. Es que ahora todos cuentan con esa misma tecnología para allanar el camino. La misma revolución que la tecnología ha producido en el campo de la generación de alimentos llega ahora al terreno de la educación, donde las aplicaciones para el reconocimiento de voz prometen cambios extraordinarios en aquellas naciones con bajo nivel de alfabetización. También está en pleno desarrollo la tecnología que permitirá muy pronto llegar a un diagnóstico médico integral, o la que resolverá los problemas de logística mediante la utilización de vehículos autónomos.
El desafío para nuestra Argentina es más una cuestión de fe que de recursos: tenemos que creer, en primer lugar, que no estamos tan lejos. Es esa fe en que estamos a tiempo lo que probablemente movilice los recursos. Porque aunque hoy parezca difícil de creer, pronto nos resultará más costoso seguir anclados en el pasado que animarnos a dar el salto y participar de esta gran empresa humana, que tiene hoy mancomunados a los Millenials de Sillicon Valley con los empresarios chinos, a los creadores de start-up israelíes con los matemáticos hindúes y a cualquier experto en tecnología, en cualquier lugar del mundo, con sus pares más exitosos de los grandes polos tecnológicos.
Una última frase, que parece simple pero cuya comprensión cabal debería producirnos algo de vértigo: esto recién empieza.
Fernando León es Abogado por la UBA, especialista en Asuntos Públicos en Latinoamérica, analista de política internacional y nuevas tecnologías. Becario del Programa International Visito Leadership Programme y Presidente de la Fundación Diplomacia Ciudadana.
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