En una escuela primaria el profesor le entrega a cada alumno un Kit inicial de armado de micronaciones (Micronation Club Starter Pack). Es un juego para que los estudiantes puedan pensar y entender el génesis de los Estados Nación. Tienen que crear su propio país desde cero. Idear el nombre, la moneda, la forma de gobierno, los líderes, las leyes y la bandera; el lenguaje, la cultura y la población, el tipo de economía y un lema. Los niños realizan entretenidos ese ejercicio imaginario. Varias horas después regresan de ese viaje fantástico de vuelta a la realidad de su país, cultura y reglas. Fue sólo un juego.
Ahora, supongamos que usted adulto lector despierta mañana fatigoso de tanta burocracia, batido por la monotonía, desalentado de sufragar sin resultados positivos, hastiado de la corrupción de su país y decide en un santiamén que ese es el día en el que establecerá la soberanía de su propia Nación y a viva voz decide exclamar como Luis XIV El Rey Sol: ‘El Estado soy yo’.
Como en «Aunque usted… no lo crea» de Robert Ripley hubo personas que un día cualquiera despertaron, algo en ellos hizo clic y montaron su propia micronación, que es un pedazo de tierra que dice ser una nación independiente o soberana, pero no es reconocida por los gobiernos mundiales. Se fundan por muchas razones, algunas como protestas, otras para impulsar el turismo y otras solo por diversión. Éstos sitios no serán parte del total de más de 200 equipos que participan para la clasificación de un Mundial. No tendrá tampoco el glamour y la cobertura de las convenciones de las Naciones Unidas cuando sus líderes, presidentes, reyes, reinas, duques y barones se reúnen. Pero serán parte de un selecto club que incluye, entre otros, a la República de Molossia, el Serenissimo Impero di Azzurria, el Principado de Sealand, Ladonia, la República de Concha, la República de Minerva, la República de Rockall, Ciudad Libre de Christiania, la República de Saugeais, el Principado de Seborga, la Isla de North Dumpling y la República Libre de Liberland.
¿Qué elementos son necesarios para poder hacerlo? Para ser regente de su propio territorio o micronación solo hace falta autoproclamarse rey, reina, gran duque o presidente; inventar un nombre atractivo para atraer ciudadanos y prensa; diseñar una bandera llamativa y disponer de una pizca de locura para llevar a cabo la gesta.
Sin tanta pompa y circunstancia se reunirá con los líderes de las micronaciones en su asamblea anual, ataviados con sus mejores uniformes, a unas cuadras de Disneylandia en Los Ángeles.
Se estima que hay más de 76 micronaciones de acuerdo con el Mapa de Micronaciones de Google. De todas ellas, Celestia (Nation of Celestial Space) que fue creada el 1 de enero de 1949 por James Thomas Mangan goza de algunas particularidades: es la única micronación que reclamaba un ‘territorio’ tan vasto como el espacio, acuñó su propia moneda (el Celeston) y nominó a los nietos del fundador como ‘Duque de Marte’, ‘Duque de Selenia’, y ‘Duque de la Vía Lactea’. Retornando a las micronaciones terrestres, el Principado de Sealand es una vieja plataforma de la Segunda Guerra Mundial construida por los ingleses en el Mar del Norte y luego abandonada a su suerte. Más de 20 años después de finalizada la guerra Paddy Roy Bates la reclamó como estado soberano.
Increíblemente, los fundadores definieron no ser una República por la complejidad burocrática de establecerla y, además, porque eran una familia pequeña y no eran suficientes para formar un parlamento. La incipiente comarca no estuvo exenta de batallas para lograr su ‘independencia’ de radioaficionados piratas, mercenarios y hasta del gobierno británico. Victorioso de esos combates es considerado el país más pequeño del mundo, aunque no está oficialmente reconocido.
¿Cómo ser reconocido como país? La Carta de las Naciones Unidas estipula que ‘podrán ser Miembros todos los Estados amantes de la paz que acepten las obligaciones consignadas en esta Carta’. Antes que nada, como han hecho casi todas las micronaciones citadas en este artículo, debe existir una declaración de intenciones. Los Estados tienen que cumplir tres condiciones. Primero, estar alineadas a las leyes internacionales establecidas en la Convención de Montevideo sobre los Derechos y Deberes de los Estados (1933): (1) existir dentro de un territorio definido (2) tener una población permanente (3) tener un gobierno (4) ser capaz de entablar relaciones con otros Estados. En segundo lugar, conseguir el reconocimiento por parte de otros Estados como semejantes. Tercero y último, sumarse a la Organización de las Naciones Unidas con la aceptación de dos tercios de los países miembros. Ninguna de las más de 76 micronaciones existentes ha logrado avanzar de la primera condición. Asombrosamente, y a pesar de ello, siguen apareciendo inventores de países.
¿Cómo ser reconocido como país? La Carta de las Naciones Unidas estipula que ‘podrán ser Miembros todos los Estados amantes de la paz que acepten las obligaciones consignadas en esta Carta’
FUNDADORES DE MICRONACIONES
¿Cómo empezar tu propio país? es una multipremiada serie documental en seis capítulos de 30 minutos emitidos por la BBC en 2005. El comediante Danny Wallace -que suponemos habrá inspirado a Lonely Planet para escribir Micronaciones: la guía Lonely Planet de Naciones hechas en casa- resolvió sazonar su pizca de locura e iniciar la proeza de crear su propio país al que nombró Lovely. El transcurso de la idea a la casi realidad fue concebido en un entretenido e imperdible discurso televisivo, no carente de abundante humor inglés. Los pioneros micronacionales tienen ciertas cualidades compartidas: sueños utópicos, desafío al status quo, problemas legales, conflicto con algunas naciones, vestmentas estrafalarias y ningún reconocimiento por parte del orden mundial establecido.
A continuación la lista, de ninguna manera definitiva, de algunos de los adelantados y sus micronaciones para inspirarse, analizar opciones o intentar imitar o superar lo hecho por esos ‘locos lindos’ que son los fundadores de nuevos países.
- República de Molossia fundada por Kevin Baugh en 1977.
- Serenissimo Impero di Azzurria que existió desde el 20 de septiembre de 2016 hasta 2018 y cuyo soberano fueron Fabrizio y Alessia I.
- La República Real de Ladonia: gobernada por la reina Carolyn I desde 2011.
- La República de Concha: fundada el 23 de abril de 1982 y regida por el autodenominado «Secretario General» Peter Anderson.
- República de Minerva: creada por Michael Oliver en una isla artificial en 1972/73. Su moneda era el dólar de Minerva.
- Ciudad Libre de Christiania, fundada en 1971 en terrenos militares donde viven cerca de 1000 residentes en casi 8 hectáreas en el centro de la ciudad de Copenhague.
- República de Saugeais nacida en Francia en 1947 tras un chascarrillo de Georges Pourchet.
- Principado de Seborga que está ubicado en Liguria (Italia) y apareció en 1963 luego de que el agricultor Giorgio Carbone declarara la independencia de la República Italiana.
- Isla de North Dumpling: Dean Kamen, fundador de Segway ideó esta micronación ambientalista en 1986.
- República Libre de Liberland, situada en la península de los Balcanes nació el 13 de abril de 2015 de la mente de Vít Jedlička, publicista y político liberlandés de origen checo.
Tal vez alguna vez se juegue la copa de fútbol de micronaciones en Lovely, territorio de Su Majestad Danny Wallace con la participación de la selección mixta de Sealand (aunque no alcancen los números de la familia) o con el Principado de Seborga en modo catenaccio. Habrá que esperar a ver si alguno de los países mínimos hechos en casa (existentes o futuros) se verán las caras en una competencia deportiva o en una asamblea de las Naciones Unidas.
Varios minutos después de haber leído esta nota es hora de regresar de este viaje risueño, nuevamente a la realidad. Fue solo una odisea imaginaria. A menos que despertemos mañana y…
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Austral de Argentina. Emprendedor, entusiasta de la tecnología, graduado de Singularity University.
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