Cada vez que se habla de renta básica se pone como ejemplo el Fondo Permanente de Alaska, un fideicomiso administrado por la entidad pública Alaska Permanent Fund Corporation y que se compone con el 25 % de los ingresos petroleros de este estado. La particularidad es que un porcentaje de los beneficios de ese fondo se pagan todos los años a cada uno de los habitantes de Alaska lo que les hace recibir anualmente entre 700 y 2072 dólares en un cheque entregado en domicilio. El fondo tiene una cartera que ha ido complejizandose a lo largo de los años y asciende a unos 64.000 millones de dólares.
Cuando en 1976 se terminó la construcción del gaseoducto de la Bahía de Prudhoe el gobernador republicano Jay Hammond propuso crear un fondo que administrara una parte de los ingresos petroleros para que fueran redistribuidos en todos lo habitantes del estado. El capital inicial estuvo compuesto por las licencias de explotación petroleras que comenzaron ese año. Desde 1982 empezó a pagarse ese dividendo que ha ido aumentando poco a poco hasta alcanzar actualmente un monto cercano a los 2000 dólares por habitante anual, lo que da unos 170 dólares mensuales.
Los beneficios de ese fondo se pagan todos los años a cada uno de los habitantes de Alaska lo que les hace recibir anualmente entre 700 y 2072 dólares en un cheque entregado en domicilio.
La experiencia de Alaska ha servido para inspirar en Noruega el Fondo de Pensiones del gobierno de Noruega, hoy el fondo de inversiones público más grande del mundo – equivale por caso a todo el PBI de España – y que aporta alrededor del 25 por ciento del presupuesto del país y permite que Noruega no tenga problemas en su sistema previsional a diferencia de otros países del mundo. También ha animado la experiencia en el pequeño municipió de Maricá en Brasil que otorga a todos sus habitantes una renta básica a partir de los ingresos por la explotación petrolera que recibe el municipio.
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