Written by 11:13 AM OPINIÓN

Entre la esperanza y la desazón

la esperanza y la desazón

La magnitud de la crisis es difícil de medir, se palpa. Las cifras que dio a conocer el Observatorio de la Deuda de la UCA la semana pasada, muestran una leve disminución de la pobreza, pero reafirman algo que su director Agustín Salvia dice en cuanta conversación interviene: la tendencia estructural está requiriendo nuevas políticas. Y por supuesto, necesita esos acuerdos urgentes de los que todos hablan…pero no logran permear las decisiones importantes. En la presentación de las cifras en la Universidad, tanto Martín Rapetti, describiendo el gran dilema que enfrentamos en nuestra economía (una sociedad exigente y una economía que no logra la productividad que pueda saciarla), como Eduardo Fidanza cuando se refirió a los escenarios futuros posibles (todos dolorosos ciertamente), agregaron al cuadro de las cifras, por todos conocidas, una nota más al grito de que la dirigencia toda necesita acordar un rumbo.

Pero la semana pasada tuvimos dos hechos parlamentarios que pusieron en agenda otros liderazgos, esos que inspiran y que pueden empujar a los que en las sombras tienen esas mismas miradas y actitudes, pero no se conocen. Sorpresivamente, vinieron de la política.

El escenario fue una de las instituciones centrales de la democracia: el Congreso.

Me refiero a la despedida de Angela Merkel en Alemania, y a la renuncia de Esteban Bullrich en nuestro legislativo. Dos ovaciones. Dos emociones. Dos mensajes para rumiar.

Frente a una dirigencia política que se percibe como casta defendiendo sus intereses y peleando sus lugares, el senador argentino dejó varios mensajes que cobran mayor validez por venir de su propia y difícil situación personal. Toda la prensa está comentando sus palabras y ojalá no caiga en tierra pedregosa, sino que fecunde (las actitudes imprescindibles sobre los hombres, el interés público sobre los personales…). Pero quiero tomar algo que dijo sobre la realidad de los argentinos y las argentinas: “la gente se recluye en lo privado, soltando el sueño de ser parte de la construcción de una Argentina mejor”. Nudo gordiano para recrear la confianza en nuestra dirigencia y en nosotros mismos como comunidad con destino común.

Angela Merkel se despide ovacionada también, después de 16 años al frente de un país y una región en etapas muy complejas, pudiendo no solo evidenciar logros significativos, sino, sobre todo sin perder la sencillez de una ciudadana más, que lava su ropa y hace sus compras. No se perciben privilegios. La nota es la austeridad y la sencillez.

En un momento tan crítico para la humanidad, donde las últimas cifras del Foro Económico Mundial dicen que los más ricos se hicieron aún más, la ejemplaridad de los líderes se vuelve casi una necesidad.

¿Cuáles son las actitudes imprescindibles a las que hace alusión el senador argentino renunciante? ¿Qué necesitamos para que las sociedades vuelvan a confiar en vivir dentro de una comunidad, en sentirse parte, para ricos y excluidos, de manera de encontrar las soluciones que no están apareciendo?

La clase política argentina está siendo fuertemente interpelada por su sociedad. Y por los problemas globales (pandemia) que generan escenarios críticos.

Es en estos momentos donde surgen los líderes. Los que logran interpretar la época, conocen el lugar y su historia, y tienen el coraje suficiente, para sin pensar en ellas o ellos mismos, jugar el partido. Un partido que requiere una renuncia mucho más fuerte que nunca a la propia y única mirada. Integrar y sumar requiere más que humildad. Necesita de la valentía.

Hay señales de desazón. Cuando todos hablábamos de un radicalismo renovado proyectando nuevos liderazgos, en la primera de cambio, no pueden ni estructurar un bloque juntos. ¿Qué se puede esperar de armar acuerdos con la propia coalición, y aun más, con “los otros”? Si de eso se trata este tiempo. Animarse a construir horizontes con los distintos, porque no hay tiempo. Hay que hacerlo.

Pero también hay señales esperanzadoras. Zuleta Puceiro expresa en una nota en El Cronista de esta semana que el sistema evoluciona hacia un nuevo ciclo político. Y destaca el valor de la diferencia y las distintas identidades en las coaliciones. Es que lo que perjudica al sistema no es que las haya. Por el contrario, como él dice, mejora la representación de la diversidad que tiene la sociedad. Lo que perjudica al sistema es que en la reafirmación de la identidad, no podamos encontrar temas comunes que nos permiten trabajar juntos en algunos temas imprescindibles y urgentes. Cuesta pensar que sea el FMI el único que pueda ordenar un acuerdo. ¿No es Argentina y su destino motivo suficiente?

Me he encontrado con intendentes que no te hablan de la pelea del 23, sino del sueño que tienen para su ciudad, y lo están construyendo con diferentes. Hay empresarios que no se quieren ir, e inventan nuevas alianzas para ver cómo mejoran su vinculación con la producción y el empleo para mejorar la comunidad en la que están.

Hay sindicalistas que están pensando las mil formas de atajar el problema del futuro del trabajo, la formación, la vinculación con la educación, la forma de incluir los trabajadores que no son parte. En el Tercer Sector, bullen acciones atajando la emergencia alimentaria, construyendo puentes para el empleo, ayudando al sistema carcelario del que nadie se ocupa, etc, etc….

Pero sobre todo, hay una juventud, una generación que viene y que no encuentra futuro, que se ve tentada a irse, pero que siente pertenencia y quiere dar pelea. Y se forma.

Lo pude constatar en el Seminario País Federal de la Fundación Universitaria del Río de la Plata, en las escuelas de Liderazgo del Centro Latinoamericano de Formación, en las cátedras que tuve este año en la Universidad, en la corta y fecunda trayectoria de fundaciones como RED NAP, Redappe o Meridiano… También en el nuevo espacio que se está fundando con varias organizaciones: Lado Ar, que pretende generar una ola de líderes integradores, de ideas portadoras de futuro y experiencia en la misma línea.

Hay desazón, pero también hay esperanzas.

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Es Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica Argentina. Realizó una Maestría en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Sociales (FLACSO). Especialista en seguridad internacional, defensa e inteligencia, dicta la Cátedra de Estrategia y Seguridad Internacional en la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA y Introducción a la Teoría de Relaciones Internacionales de la Universidad Austral. Ha sido Directora Nacional de Inteligencia Estratégica Militar del Ministerio de Defensa de la Nación y actualmente es Directora de la Escuela de Política y Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA.

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Etiquetas: , , Last modified: 15 diciembre, 2021
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