El año pasado, al comienzo del 2018 George Soros apuntó con todas su fuerzas contra Facebook. Aún no había sucedido Cambridge Analytica ni sabíamos muchísimas cosas que hoy sabemos de la red social de Mark Zuckerberg, sin embargo Soros fue contundente al referirse a la dinámica que propone: «Engañan a sus usuarios al manipular su atención y dirigirla hacia sus propios propósitos comerciales” e incluso llegó a compararlo con los juegos de azar al decir que “los casinos han desarrollado técnicas para enganchar a los apostadores al punto de que jueguen todo su dinero, incluso dinero que no tienen”.
Hace algunos meses un artefacto explosivo llegó a su casa de Nueva York y el Presidente Donald Trump lo ha acusado en reiteradas oportunidades de conspirar contra él, incluso de financiar manifestantes para oponerse a su candidato a la Corte Suprema estadounidense. George Soros nació en Hungría bajo el nombre de György Schwartz en 1930. Entres sus historias se encuentra la de haber especulado contra la libra inglesa y haberle hecho perder al Reino Unido unos 3000 millones de dólares en un sólo día. Hace unos 25 años fundó la Open Society Foundation, la segunda organización filantrópica del mundo – después de la de Bill y Melinda Gates – y a través de esta organización ha apoyado causas progresistas en todo el mundo como los derechos LGBT, la democracia, el aborto y cuestiones ambientales.
Hace unos 25 años fundó la Open Society Foundation, la segunda organización filantrópica del mundo – después de la de Bill y Melinda Gates – y a través de esta organización ha apoyado causas progresistas en todo el mundo como los derechos LGBT, la democracia, el aborto y cuestiones ambientales.
Esta vez el destinatario de sus dardos ha sido Xi Jinping, el actual premier chino al que acusó de ser el «enemigo más peligroso» para las sociedades abiertas y democráticas a causa de su nuevo sistema de crédito social que se ha ganado la preocupación de muchos organismos de derechos humanos a lo largo y a lo ancho del mundo al punto que hay quiénes afirman que están construyendo la dictadura perfecta. «China no es el único régimen autoritario del mundo, pero es el más rico, fuerte y tecnológicamente avanzado», afirmó poniendo incapié en un tema fundamental, el dominio de la Inteligencia Artificial, el verdadero campo de batalla entre China y Estados Unidos.
Esta vez el destinatario de sus dardos ha sido Xi Jinping, el actual premier ruso al que acusó de ser el «enemigo más peligroso» para las sociedades abiertas y democráticas.
«El año pasado todavía creía que China iba a estar más profundamente arraigada en las instituciones de gobernanza global, pero desde entonces, al ver el comportamiento de Xi Jinping he cambiado mi opinión», dijo de forma contundente mientras le pedía a Donald Trump – un enemigo declarado del húngaro – que interviniera y se centrara en China en lugar de pelearse con el resto del mundo: «Lamentablemente, el presidente Trump parece estar siguiendo un rumbo diferente: hacer concesiones a China y declarar la victoria mientras renueva sus ataques a los aliados de Estados Unidos».
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