La diseñadora Annie Larkins presentó en la Semana del Diseño Holandés en Eindhoven un huevo vegetal, hecho básicamente con algas y con múltiples diseños y formas que podría reemplazar otra proteína animal. Este nuevo huevo que no requiere gallina todavía no tiene desarrollado un plan comercial pero es probable que en el corto plazo alguna empresa alimenticia se haga con la idea y empiece a elaborar su propia versión. La elaboración de comida en laboratorio podría ser una alternativa para producir de forma más amable con el ecosistema alimentos, fundamentalmente proteínas.
Los ingredientes con los que elaboró este huevo vegetal son variados, fundamentalmente la sal de Kala Namak, que proviene del sur de Asia, tiene la particularidad de ser cocida en el horno y que imita bastante bien el sabor de azufre que tiene el huevo. La yema está elaborada a base un alginato que se encuentra en las paredes celulares de las algas marrones y que da el color amarillo de la yema. Esta preparación está envuelta en una membrana que le otorga cohesión, la cáscara está hecha con una cera vegetal derretida dónde se sumerge el huevo varias veces hasta que se constituye el envoltorio blanco característico.
El debate mundial sobre la industria alimenticia y las variadas implicancias es central hoy en el mundo. Por un lado su impacto sanitario con la obesidad infantil, por otro su impacto ambiental a través de la contaminación y por último su modelo de producción que utiliza pesticidas no del todo seguros para la salud humana componen un combo decididamente inquietante.
Una de las particularidad de este huevo vegetal es que puede tener varias formas diferentes. Si bien puede elaborarse con forma tradicional, también se pueden hacer alargados, cuadrados, etc. Hace poco hablábamos de la startUp israelí que elaboró un bife de carne y que se suma a varias otras que están elaborando hamburguesas y otros productos animales. El debate mundial sobre la industria alimenticia y las variadas implicancias es central hoy en el mundo. Por un lado su impacto sanitario con la obesidad infantil, por otro su impacto ambiental a través de la contaminación y por último su modelo de producción que utiliza pesticidas no del todo seguros para la salud humana componen un combo decididamente inquietante.
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