Muchos analistas coinciden que estamos viendo un aumento significativo de la inseguridad alimentaria mundial en primer término a causa de la pandemia y en segundo lugar agravado por la guerra. Según la ONU unas 49 millones de personas en 43 países estarían por sufrir hambre – constituyendo unas 193 millones a nivel global – a causa de los desequilibrios en la producción y distribución de alimentos que está generando la guerra de Ucrania y Rusia, ambos países representan un tercio de la exportación mundial de cereales. Los números son impactantes: producen el 19 por ciento de la cebada, el 14 por ciento del trigo y el 4 por ciento del maíz mundial. El 52 por ciento del aceite de girasol de todo el mundo proviene de esos dos países.
Las voces que advierten sobre esta crisis son cada vez más fuertes y la situación cada vez más preocupante. Hay unos 50 países del mundo que obtienen el 30 por ciento de sus suministros de los dos países en guerra y la India, otro de los grandes proveedores mundiales ha decidido prohibir la exportación para garantizar el suministro interno. Los precios también siguen aumentando por arriba del 30 por ciento global y no se ve en el corto plazo que esas subas puedan moderarse. Por caso en Etiopía las personas que corren riesgo en su alimentación llegan a unas 570.000.
Según la ONU unas 49 millones de personas en 43 países estarían por sufrir hambre – constituyendo unas 193 millones a nivel global – a causa de los desequilibrios en la producción y distribución de alimentos que está generando la guerra de Ucrania y Rusia, ambos países representan un tercio de la exportación mundial de cereales.
En América Latina los países más afectados por la inseguridad alimentaria mundial son El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua. A nivel regional hay casi unas 13 millones de personas afectadas siendo Haití la más comprometida con más de 4 millones de personas. El cambio climático también afecta significativamente la producción de alimentos por lo que el enfoque para resolver este tema debe ser multidimensional desde mejorar sistemas de riesgo o bajar la temperatura global, mejorar los sistemas de producción de alimentos fomentando la agricultura de proximidad (sobretodo en materia de verduras) y los sistemas de distribución bajando la proporción de alimentos que se pudren por no tener cómo llegar a los consumidores.
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