Esta semana se aprobó en el parlamento de Marruecos una ley que legaliza la producción de cannabis, aunque por ahora sólo con motivos industriales y medicinales, no para uso recreativo. Mas allá de esto todos los analistas saben que es el paso previo para transformarse en un jugador global de exportación, de hecho hoy – aún en la ilegalidad – es el principal productor mundial cuyas exportaciones – de forma ilegal – abastecen varios países europeos como España y Francia en forma de Hachís.
El cannabis en Marruecos es ilegal desde su independencia en 1956 pero a pesar de eso es el principal exportador mundial de hachís – el polvo o resina de cannabis – y se calcula que entre 1 millón y 1 millón y medio de personas viven de su cultivo en unas 55.000 hectáreas cultivadas (aunque hay quiénes dicen que son unas 120.000 hectáreas). La historia del comienzo de su cultivo en el país se remonta al siglo VII y comprende una larga y arraigada trayectoria cultural y a pesar de varios intentos de regulación o prohibición ni los imperios que dominaron el país ni los propios reyes pudieron erradicar su cultivo y producción nunca.
El cannabis en Marruecos es ilegal desde su independencia en 1956 pero a pesar de eso es el principal exportador mundial de hachís – el polvo o resina de cannabis – y se calcula que entre 1 millón y 1 millón y medio de personas viven de su cultivo en unas 55.000 hectáreas cultivadas
A partir del cambio de enfoque respecto a las drogas a nivel mundial y la eliminación del cannabis de sustancias prohibidas por parte de los organismos internacionales la industria del cannabis ha experimentado un explosivo crecimiento a nivel mundial. A partir de la experiencia uruguaya, la experimentación medicinal israelí y la legalización canadiense son muchos otros los países que han avanzado ya en esa dirección. Asimismo se ve una traslación de la industria tabacalera a la industria del cannabis de la mano del explosivo crecimiento que experimenta el sector. Marruecos encuentra un punto de partida muy prometedor para transformarse rápidamente en un decisivo jugador mundial a medida que Europa permita su uso recreativo en todos sus países.
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