Hace unas dos semanas el Secretario de Salud Británico Matt Hancock tuvo una reunión con Adam Mosseri, el Jefe Mundial de Instagram a raíz de las acusaciones del padre de Moly Rusell – una adolescente de 14 años que se suicidó en el 2017 – «No tengo dudas de que Instagram ayudó a matar a mi hija», dijo su padre 14 meses después de la muerte y desató una importante discusión pública. Si bien Instagram rechazó esas versiones facilitó esa reunión para mostrar su compromiso con el tema. De hecho la red viene implementando hace tiempo medidas contra los trastornos alimenticios, el suicidio incluso monitoreando las búsquedas y brindando ayuda cuando detecta algún tipo de peligro.
Entre las nuevas medidas que tomará Instagram se encuentra prohibir los hashtags que tengan referencia a autolesiones y -aunque no totalmente – cualquier otro contenido que refiera a esta temática. Consideran los especialistas que censurar el contenido puede ser contraproducente, muchas veces las personas que evalúan cometer un suicidio anuncian sus intenciones y esto permite ayudarlos y evitar el trágico desenlace.
El número en el Reino Unido ha pasado de 3 a más de 5 por cada 100.000 jóvenes en los últimos ocho años. Muchas de las encuestas o estudios que se realizan sobre este colectivo parecen demostrar que estamos ante una generación en la que los trastornos de ansiedad y depresión parecieran ir creciendo. Chile ya es el segundo país del mundo con mayor tasa de suicidio adolescente, más de mil se han quitado la vida en los últimos diez años – en el 2015 hubo un suicidio diario – y ya representa la segunda causa de muerte para ese grupo objetivo, lo mismo sucede en Colombia que se ubica tercera en el ranking. En el caso de Ecuador, según un informe de UNICEF el suicidio es la principal causa de muerte entre los adolescentes.
Algunos ya hablan de «una generación suicida» a raíz de que se duplicó el número de suicidios de adolescentes en los últimos ocho años en el Reino Unido. Cada vez hay menos dudas respecto a la responsabilidad de las redes sociales en el tema en general y la mirada sobre una red en particular: Instagram. Hace algunos días te contábamos de un nuevo estudio que indica que las redes sociales generarían ansiedad y depresión a causa del mecanismo psicológico que activan. Especialistas de todo el mundo comienzan a plantear la necesidad de discutir el tema como una cuestión de salud pública y exigir a las compañías tecnológicas responsabilidades públicas sobre los efectos que están generando.
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