A pesar de encabezar entre los diez primeros los rankings de felicidad que existen en el mundo, la primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Arden ha decidido descartar el PBI como medida de desarrollo y crecimiento económico y focalizarse en un nuevo índice destinado a medir el «bienestar de la ciudadanía». A partir del próximo 30 de mayo los presupuestos del país se desarrollarán y medirán teniendo en cuenta otro indicar diferente al tradicional Producto Bruto Interno. Este nuevo índice se elaborará con los más diversos indicadores, algunos de los propuestos son: pobreza general y pobreza infantil, violencia doméstica, salud mental, identidad cultural, medio ambiente, vivienda, vínculos sociales e incluso la rehabilitación de los presos maoríes.
Nueva Zelanda tiene unos cinco millones de habitantes. Ya en diciembre del año pasado el gobierno presentó este nuevo índice destinado a mensurar el bienestar del pueblo de una forma más concreta que el ya anticuado PBI que no refleja necesariamente el estado general de la ciudadanía sino sólo un aspecto colectivo económico. La historia económica está plagada de casos de crecimientos económicos que no se han visto de ninguna manera registrados en un bienestar general de sus ciudadanos sino al contrario, el aumento de la riqueza concentrada en pocos manos y ningún tipo de mejora sustancial para las clases populares.
Este nuevo índice se elaborará con los más diversos indicadores, algunos de los propuestos son: pobreza general y pobreza infantil, violencia doméstica, salud mental, identidad cultural, medio ambiente, vivienda, vínculos sociales e incluso la rehabilitación de los presos maoríes.
El primer país en pensar y pensarse a sí mismo desde la perspectiva de la felicidad fue hace muchos años Bután, influenciado decisivamente por la mirada del budismo que impera en todo el país. Hace unos días años vienen midiendo el «Índice de la Felicidad«, un compendio de indicadores entre los que está la salud mental, los vínculos sociales, etc. Sin embargo esta es la primera vez que un país utiliza el indicador para reemplazar el PBI y utilizarlo como unidad de medida de sus propios presupuestos. Ya se sabe que las cosas no son tan en serio hasta que no implican decisiones económicas de fondo. Habrá que esperar el primer presupuesto que se presentará a fin de mes y luego ver cómo evoluciona su cumplimiento.
Es músico y escritor. Se me ha perdido una canción (2011), Mis canciones (2014) y Seré canción entonces… (2018) son sus tres discos. Ha publicado también la novela Una tumba sin nombre (2012) y el ensayo Renta Básica Universal: Por qué y cómo terminar para siempre con la pobreza. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad Austral, Argentina), Master en Acción Política y Participación Ciudadana (Universidad del Rey Juan Carlos, España) y Diplomado en Gestión Pública (Instituto Tecnológico de Monterrey, México). Es fundador, director y editor de la Revista Algoritmo.
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