Hace un tiempo que escuchamos voces que afirman que la Renta Básica Universal es imposible de aplicar, que el costo fiscal que representa es infinanciable para cualquier estado, que si se otorga la gente dejaría de trabajar y producir y que entonces, la economía mundial fracasaría. Los detractores son de todo tipo: los hay de izquierda, que afirman que la renta básica universal es una política neoliberal destinada a que el estado se desprenda de sus obligaciones sociales y también los hay desde la derecha quiénes afirman que sería la forma de destruir el trabajo asalariado y generar una inflación galopante.
Ninguna de todas esas afirmaciones han sido probadas, ni en un sentido ni en otro. Es tan válido decir que la gente dejará de trabajar como decir que al contrario, trabajará todavía más. Hay tantos modelos o formas posibles de aplicar la renta básica como podamos imaginar, es más, como todavía no se ha aplicado en forma definitiva o global no hay ninguna experiencia concreta para criticar. ¿Y sí en lugar de discutirla en hipótesis la implementamos, al menos experimentalmente y vamos viendo? Primero definamos Renta Básica Universal como el sistema a través del cual todas las personas de un país independientemente de su sexo, religión, condición sexual, trabajo, ingreso o cualquier otra variable recibe todos los meses un monto determinado capaz de cubrir sus necesidades vitales.
La experiencia finlandesa entusiasmó a muchas personas. El proceso era interesante, un gobierno de centro derecha aceptaba la propuesta que le planteaba un think thank independiente y se comprometía a llevar adelante un experimento desde su agencia de seguridad social llamada Kela. Sin embargo, antes de los dos primeros años el gobierno finlandés decidió dar de baja el experimento y esto hizo que surgieran cientos de voces diciendo que la renta básica había fracasado pero… ¿Esto fue verdaderamente así? El plan del gobierno finlandés tenía diversas etapas, la primera consistía en experimentar con 2000 beneficiarios del seguro de desempleo. Se llevó adelante y los resultados estarán disponibles recién a fin de año. Antes de tener resultados para evaluar esta primera experiencia el gobierno decidió discontinuar el programa pero las verdaderas razones son financieras. La necesidad de recortar los gastos presupuestarios hicieron que la segunda etapa de la experiencia – que implicaba más desembolsos, porque ampliaba la cantidad y tipo de beneficiarios – quedara momentáneamente suspendida. ¿Qué aportó esta experiencia? En primer lugar hay que decir que era muy limitada porque sólo estaba dirigida a personas desempleadas cuando la renta básica en realidad está dirigida a todos por igual (cuentapropistas, emprendedores, trabajadores asalariados con otros empleos, etc.). Lo interesante de la segunda parte de la experiencia era justamente eso, que abría el abanico de beneficiarios y permitía evaluar el impacto en un sentido más amplio. A fin de año tendremos los resultados de esta primera experiencia y sabremos cómo funcionó en esos 2000 beneficiarios desempleados, lo que sea que obtengamos de esos estudios – que aparentemente son favorables – no será de ninguna manera determinante, ni en un sentido ni en otro.
Los detractores son de todo tipo: los hay de izquierda, que afirman que la renta básica universal es una política neoliberal destinada a que el estado se desprenda de sus obligaciones sociales y también los hay desde la derecha quiénes afirman que sería la forma de destruir el trabajo asalariado y generar una inflación galopante.
Hay en el mundo varias y variadas experiencias. Algunas de ONG´s privadas como la de Kenia, o mixtas como Namibia, o propuestas políticas concretas como la de Italia cuyo nuevo gobierno quiere aplicar una renta de ciudadanía, (aunque ya existe una experiencia en el municipio de Livorno sobre desempleados muy interesante). Como sea, en casi todos los parlamentos europeos hay al menos un proyecto dando vueltas y hasta en América Latina, algunos candidatos como Ricardo Anaya del PAN de México la han propuesto como un eje de campaña.
¿Cómo es que la Renta Básica Universal puede ser viable? Si a los ya desgastados y destruidos presupuestos estatales le agregamos un gasto de este tamaño todos quebrarían. ¿Acaso no están en crisis y desfinanciados todos los sistemas de seguridad social del mundo? La respuesta es sí. Por eso es hora de repensarlos totalmente. El sistema de seguridad social moderno encuentra su primera experiencia relevante en la República de Bismarck, para contener a una población de personas discapacitadas (la mayoría veteranos de las habituales guerras) y los adultos mayores (desde ya que con una expectativa de vida mucho menor de la que tenemos hoy). Ese modelo encontró su forma de financiamiento en los aportes patronales con un número ampliamente mayor de aportantes que beneficiarios. Ese modelo entró en crisis, no ahora sino hace muchos años… en ese sentido muchos sistemas incorporaron a su financiamiento otro tipo de impuestos. En el caso de Argentina la mitad de los ingresos del sistema no son patronales sino impuestos corrientes: IVA, Impuesto a los combustibles, etc. Aún así, con la incorporación de nuevos tributos el sistema YA se encuentra desfinanciado. ¿No será hora de pensar de nuevo todo el sistema?
Primero definamos Renta Básica Universal como el sistema a través del cual todas las personas de un país independientemente de su sexo, religión, condición sexual, trabajo, ingreso o cualquier otra variable recibe todos los meses un monto determinado capaz de cubrir sus necesidades vitales.
Aquí es dónde tenemos que pensar la Renta Básica Universal. Tiene que ser parte de una decisión moral como sociedad: No estamos dispuestos a seguir tolerando la pobreza financiera en nuestras sociedades y en ese sentido tenemos que repensar todo el estado y su recaudación impositiva. El tema fiscal exige nuevas y grandes ideas para un mundo de empleadores deslocalizados y grandes plataformas tecnológicas (Facebook, Google, Amazon, Uber, etc.) que no pagan impuestos tradicionales a pesar de tener un peso específico cada vez mayor en la economía de los países. ¿Hay que restablecer en Argentina el impuesto a la Herencia?, por cierto uno de los más progresivos de todos, ¿Tenemos que pensar en la ya conocida Tasa Tobin a las transferencias financieras? Si el año pasado el 1 % más rico del mundo se quedó con el 82 % de la riqueza mundial ¿No es hora de pensar un nuevo impuesto a la riqueza extraordinaria que efectivamente sea redistributivo? En definitiva, la pregunta no es cómo financiamos la renta básica en este esquema impositivo y de seguridad social sino como reinventamos el estado y sus impuestos de nuevo. La República de Bismarck legó a la humanidad el sistema de seguridad social, es hora de reemplazarlo por uno nuevo más adaptado a nuestros tiempos y en dónde tomemos la decisión final de erradicar la pobreza. Sin ninguna duda, es absolutamente posible.
Es músico y escritor. Se me ha perdido una canción (2011), Mis canciones (2014) y Seré canción entonces… (2018) son sus tres discos. Ha publicado también la novela Una tumba sin nombre (2012) y el ensayo Renta Básica Universal: Por qué y cómo terminar para siempre con la pobreza. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad Austral, Argentina), Master en Acción Política y Participación Ciudadana (Universidad del Rey Juan Carlos, España) y Diplomado en Gestión Pública (Instituto Tecnológico de Monterrey, México). Es fundador, director y editor de la Revista Algoritmo.
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