Un grupo de científicos llego a la conclusión de que la mitad de la población adulta de los Estados Unidos podría sufrir de obesidad hacia el 2030 después de estudiar seriamente una buena cantidad de datos de la salud pública norteamericana. Esta progresión pareciera ser indefectible sino se implementan fuertes políticas para mejorar la salud y la malnutrición. En la actualidad la obesidad afecta al 35 por ciento de la población, hace veinte años aquello era infinitamente más bajo, la progresión indica que si en los próximos diez no se llevan adelante políticas agresivas al menos un 15 por ciento más de los norteamericanos puede terminar siendo afectado por esta pandemia mundial.
Recientemente el Presidente Donald Trump retrotrajo una serie de políticas saludables impulsadas por la administración Obama – puntualmente con el impulso de Michelle Obama – que intentaban atacar el problema de la obesidad infantil que afecta a uno de cada tres niños norteamericanos. Las nuevas directivas permiten que los niños elijan con mayor libertad aquello que quieren comer, elimina ciertas obligatoriedades de dar determinadas cantidades de frutas y verduras en los menues escolares y no restringe la comida chatarra. Estas medidas fueron tomadas – según la administración Trump – para evitar el desperdicio de comida. En la otra punta el Gobernador demócrata de Nueva York ha implementado políticas como los “Lunes sin carne” de forma de promover la ingesta de proteínas vegetales y mejorar la dieta de los niños.
La propuesta para enfrentar este flagelo son las mismas en todo el mundo: mejorar la información nutricional de las etiquetas, impulsar una educación alimentaria más consciente y promover el ejercicio físico.
El costo fiscal de la obesidad sobre el sistema de salud norteamericano es inmenso y significa varios miles de millones de dólares. Los costos asociados no se quedan sólo en el aumento consistente de los diagnósticos de diabetes, las enfermedades coronarias, en las afectaciones motrices o en los cánceres sino que abarcan un número cada vez mayor de personas invalidadas e incapaces de valerse por sí mismas.Según el US Centers for Disease Control and Prevention el costo directo sobre el sistema de salud fue sólo en el año 2008 de 147.000 millones de dólares anuales.La propuesta para enfrentar este flagelo son las mismas en todo el mundo: mejorar la información nutricional de las etiquetas, impulsar una educación alimentaria más consciente y promover el ejercicio físico.
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